Soy Pablo Soto y "Párpados sicarios" es el blog en el que dejo registro de mis inquietudes en torno a la literatura, especialmente sobre la poesía. Podrán encontrar en las diferentes pestañas los temas de interés del blog. Allí podrán leer y comentar textos propios y de otros autores. También pueden seguir al blog en Facebook e Instagram como Parpadosicarios. En Facebook: https://www.facebook.com/parpadosicario En Instagram: @arpadosicario En Spotify: Párpados Sicarios Podcast

23 sept 2011

Leche de espinas

mundo:
yo quise hablar
pero mi lengua
fue de verbos heridos.

mundo:
yo quise hablar
pero mi sustento
fue el tallo de una rosa.

_______________________

Quién 
entregará su cuerpo 
al remanso de los años
qué estómago será atravesado

por el cardumen furioso
de la memoria
en busca
de su alimento.
Un manojo nocturno

de luces apuñala
la ventana y deja
un goteo de vidrio
candente anaranjado
sobre los ojos
y nada ya ha de regresar.
___________________________________

Oigo a la fuerza
quebrar el aire
no hay luz
ni raíces:
me hicieron hijo.
Seco me despido
de las húmedas
paredes de flores
rígidas comparsas
que bailaron
en mi agua
y en principio
me da miedo.
_________________________________
Jugaba 
 tenaz como el vacío
a dibujar formas 
sin levantar el lápiz.
Tremendo
era el momento 
cuando luego de 
innumeables yerros
lo lograba.
Tremendo y horroroso por dos motivos:
ya no tenía memoria del cómo
ya no tenía ansiedad de formas.
Ahora pienso
que todos los objetos 
están diseñados
vinculados marginados
por una sola linea
dibujada hasta mis ojos
sin levantar la mano
y sin detenerse
en mi
como un lenguaje.
________________________
Una espina
nace en la lengua
y ya un tajo
abre el paladar.
Lo demás es sabido
balbucear del hombre
la sangre del silencio.
Decir límite
y estampar un odio.
Decir despedida
y colorear el aliento.
El ojo es el nervio
auditivo. Ver la punta
de la espina, verla
en su rasguño
de garganta.
Lo demás es sabido
manchar el hombre
el mundo y simular
las formas. 
__________________________________
A las palabras
Que amenazan desgarrarme la voz
Que pretenden devorar mi garganta
A esas palabras sí
Huracanes de yagas en mi aliento
Cobardemente sí
Con los ojos bajos
Las suelto en el papel
Y con la punta de mis dedos
las hundo sí
semilla o cadáver.
___________________________________
Me ves lamer 
succionar a veces
las espinas del rosal
y pensas
¡pobre destetado!
vaya a saber
qué leches busca
____________________________________
mundo:
yo quise hablar
pero mi lengua
fue de verbos heridos.
mundo: 
yo quise hablar
pero mi sustento
fue el tallo de una rosa.
____________________________________
la manzana se pudre
el ruido de la putrefacción
parece que hay perdones
dando vueltas.
____________________________________
Naceme al aire parime al viento
quiero ser el vuelo de tus ojos
estrellame en las cosas 
situame en una hoja
trémula de vértigo
soy el antecedente oscuro
la posibilidad
de tu matriz luminosa
hundime en el mar
como ahora que miras 
al horizonte y me das
la espalda.


_________________________


                 

7 sept 2011

Poemas de Raymond Carver*




Miedo

Miedo a ver un coche de la policía acercarse a mi puerta.
Miedo a dormirme por la noche.
Miedo a no dormirme. 
Miedo al pasado resucitando.
Miedo al presente echando a volar.
Miedo al teléfono que suena en la quietud de la noche.
Miedo a las tormentas eléctricas.
¡Miedo a la limpiadora que tiene una mancha en la mejilla!
Miedo a los perros que me han dicho que no muerden.
Miedo a la ansiedad.
Miedo a tener que identificar el cuerpo de un amigo muerto.
Miedo a quedarme sin dinero.
Miedo a tener demasiado, aunque la gente no creerá esto.
Miedo a los perfiles psicológicos.
Miedo a llegar tarde y miedo a llegar antes que nadie.
Miedo a la letra de mis hijos en los sobres.
Miedo a que mueran antes que yo y me sienta culpable.
Miedo a tener que vivir con mi madre cuando ella sea vieja, y yo también.
Miedo a la confusión.
Miedo a que este día acabe con una nota infeliz.
Miedo a llegar y encontrarme con que te has ido.
Miedo a no amar y miedo a no amar lo suficiente.
Miedo de que lo que yo amo resulte letal para los que amo.
Miedo a la muerte.
Miedo a vivir demasiado.
Miedo a la muerte.
           Ya he dicho eso.


Tu perro se muere

lo atropella una furgoneta.
lo encuentras a la orilla de la carretera
y lo entierras.
te sientes mal.
te sientes mal por ti mismo,
pero te sientes peor por tu hija
porque era su mascota
y lo quería mucho.
solía canturrearle
y lo dejaba dormir en su cama.
escribes un poema sobre ello.
lo titulas un poema para tu hija
y trata del perro al que atropella una furgoneta,
de cómo te ocupaste de él,
lo llevaste al bosque
y lo enterraste hondo, muy hondo,
y el poema sale tan bien
que casi te alegras de que hayan atropellado
al pobre perro, si no, no habrías escrito
nunca ese poema.
entonces te sientas a escribir
un poema sobre la escritura de un poema
que trata de la muerte de ese perro,
pero mientras escribes oyes
a una mujer gritar
tu nombre, tu nombre de pila,
ambas sílabas,
y tu corazón se para.
dejas pasar un rato y vuelves a escribir.
ella grita de nuevo.
Te preguntas cómo va a terminar esto.


Por la mañana, pensando en el imperio.

Apretamos los labios contra el borde esmaltado de las tazas
e intuimos que esta grasa que flota
en el café logrará que el corazón se nos pare cualquier día.
Ojos y dedos se dejan caer sobre los cubiertos de plata
que no son de plata. Al otro lado de la ventana, las olas
golpean contra las paredes desconchadas de la vieja ciudad.
Tus manos se alzan del áspero mantel
como si fueran a hacer una profecía. Tus labios se estremecen…
Te diría que al diablo con el futuro.
Nuestro futuro yace en lo más profundo de la tarde.
Es una calle angosta por la que pasa un carro con su carretero,
el carretero nos mira y vacila,
luego menea la cabeza. Mientras tanto,
rompo indiferente el espléndido huevo de una gallina de raza Leghorn.
Tus ojos se nublan. Te vuelves para mirar el mar
tras la hilera de tejados. Ni las moscas se mueven,
rompo el otro huevo.
Seguramente nos hemos empequeñecido juntos.



Los viejos tiempos


Dormitabas frente al televisor
pero aún no te habías acostado
cuando llamaste. Yo estaba dormido,
O casi, cuando sonó el teléfono.
Querías decirme que habías dado
una fiesta. Y que se me echó de menos.
Fue como en los viejos tiempos, dijiste,
y te reías.
La cena fue un desastre.
Todo el mundo estaba borracho perdido a la hora
en que la comida atinó con la mesa. La gente
se lo estaba pasando bien, hasta
que alguien se llevó a la novia
de alguien arriba. Entonces
alguien cogió un cuchillo.
Pero te pusiste delante del tipo
cuando iba a subir
y lograste calmarle.
Se evitó el desastre por un pelo,
dijiste, y te reíste de nuevo.
No te acordabas muy bien
de lo que había ocurrido después.
La gente se puso sus abrigos
y empezó a marcharse. Tú
debes de haberte quedado dormido
un rato frente al televisor
porque te estaba pidiendo a voces
una copa cuando despertaste.
De todos modos, tú estás en Pittsburg
y yo aquí, en este
pueblo en la otra punta
del país. Todo el mundo
se ha ido de nuestras vidas ahora.
Querías llamarme para decirme hola.
Dices que estuviste pensando
en mí, en los viejos tiempos.
Dices que me echas de menos.
Fue entonces cuando me puse a recordar
aquella época y cómo solían
saltar los teléfonos cuando sonaban.
La gente que venía
a primera hora de la mañana
a llamar asustada a la puerta.
No importaba desde dentro.
Me acordé de eso y de cenas tensas.
Los cuchillos en la mesa, a la espera
de problemas. Irme a la cama
con la esperanza de no volver a despertar.
Te quiero, hermano, dijiste.
Se cruzó un sollozo.
Me cogí al auricular
como si fuera el brazo de un colega.
Y deseé abrazarte, viejo amigo.
Yo también te quiero, hermano.
Lo dije y luego colgamos.



Cierras la puerta por afuera, luego tratas de entrar.

Así de sencillo, sales y cierras la puerta
sin pensarlo. Y cuando te das cuenta
de lo que has hecho
es demasiado tarde. Si parece
la historia de una vida, perfecto.
Estaba lloviendo. Los vecinos que tenían
una llave no estaban. Lo intenté varias veces
por las ventanas de abajo. La mirada fija
en el sofá, las plantas, la mesa,
las sillas y el equipo de música.
La taza de café y el cenicero esperándome
en la mesa de cristal, y mi corazón
que se iba hacia ellos. Les dije: hola, amigos,
o algo parecido. Después de todo,
no era tan grave.
Cosas peores habían pasado. Incluso
tenía su gracia. Encontré la escalera.
La cogí y la apoyé contra la pared.
Subí bajo la lluvia a la terraza,
pasé sobre la barandilla
y lo intenté con la puerta. Estaba cerrada,
por supuesto. Pero volví a mirar hacia dentro,
mi escritorio, los papeles y la silla.
Era la ventana por la que miraba
cuando alzaba la vista de la mesa.
Esto no es como lo de abajo, pensé.
Esto es algo más.
Había allí algo que nunca había visto
desde la terraza. Estar allí dentro y no estar.
No sé cómo explicarlo.
Pegué la cara al cristal
y me imaginé dentro,
sentado a la mesa. Alzando la vista
del papel de vez en cuando.
pensando en otro lugar
y otro tiempo.
La gente que había amado entonces.


Me quedé allí un rato bajo la lluvia.
Me consideraba el hombre más afortunado del mundo.
Incluso cuando me pasó por encima una ola de pena.
Incluso cuando me sentí francamente avergonzado
por el daño que había causado.
Le di un fuerte golpe a aquella hermosa ventana.
Y entré.



Carta

Cariño, por favor, mándame el block de notas que dejé
en la mesita. Si no está,
mira debajo. O debajo de la cama. Está
por ahí. Si no es un block,
unas líneas garabateadas en trozos
de papel. Pero seguro que están por ahí. Tiene que ver
con lo que nos contó una vez nuestra amiga la doctora Ruth
sobre aquella anciana de ochenta y pico años,
«sucia y endurecida por la mugre» —son sus palabras— tan poco
preocupada por sí misma que la ropa se le había pegado
al cuerpo y tuvieron que arrancársela
en la sala de urgencias. «Estoy tan
avergonzada. Lo siento», decía sin parar. ¡El olor
de la ropa irritó los ojos de Ruth! Las uñas de la anciana
habían crecido tanto que ya se curvaban
hacia los dedos. Le costaba respirar, sus ojos
sólo expresaban miedo. Pero, así y todo, fue capaz
de contarle a Ruth su historia. Había debutado
en la Madison Avenue, pero su padre la repudió
cuando bailó en París en el Folies Bergère.
Ruth y los que estaban de guardia en urgencias creyeron
que deliraba
pero les dijo cómo se llamaba su hijo
al que no trataba
que era gay y que regentaba un bar gay en la ciudad. Y él lo confirmó
todo. Todo lo que había dicho la anciana era verdad.
Luego sufrió un ataque al corazón y se murió en los brazos de Ruth.
Pero quisiera ver qué más anoté de lo que nos contó.
Quiero ver si es posible recrear esa época de
hace sesenta años en la que aquella joven desembarcaba
en Le Havre, hermosa, decidida, dispuesta a triunfar
en el escenario del Folies Bergérie, capaz
de echar la cabeza hacia atrás y de saltar a la vez, llevar
plumas y medias de malla, y bailar y bailar, los brazos enlazados con
los de las otras jóvenes del Folies Bergérie,
levantando la pierna
en el Folies Bergérie. Puede
que sea un block de tapas azules, el que
me regalaste a la vuelta de Brasil. Puedo ver
mi letra junto al nombre del caballo ganador en el hipódromo
que había junto al hotel: Lord Byron. Pero me importa esa mujer,
no la suciedad, eso no me importa, ni siquiera cuando pesaba casi 150 kilos.
A la memoria no le importa dónde habita y se burla
del cuerpo. «Una vez aprendí algo sobre la identidad», dijo Ruth,
recordando sus años de prácticas, «todos nosotros, jóvenes estudiantes de medicina,
boquiabiertos ante las manos de un cadáver. Ahí es
donde la humanidad
pervive más tiempo — en las manos». Las manos de esa mujer. Anoté
algo en ese momento, como si la estuviera viendo con las manos pegadas
a las esbeltas caderas, las mismas manos
que Ruth tuvo entre las suyas y no puede olvidar.



Útimo fragmento


¿Y conseguiste lo que
querías en esta vida?
Lo conseguí.
¿Y qué querías?
Considerarme amado, sentirme

amado sobre la tierra.

*Raymond Carver. (1938 – 1988) Escritor estadounidense. Poemas extraídos de "Todos nosotros. Poesía Reunida". 


6 sept 2011

Poemas de Fernanda Maciorowski*

mis párpados maquillados
arena del subsuelo que gira

silencio

siento que soy muy pequeña
y que estoy acurrucada, a tu merced
temblando
de amor

la alarma del sueño
la alarma de la brisa

abre la boca y aliméntame de sentido

*

nereida lúbrica
caracola acústica en donde las horas se
derriten
expanden
como sonidos embriagantes impúdicos.


náyade amor


su seno tenue atrae
las corrientes del Trópico.


driada lúbrica


arrecifes de Acapulco se empeñan
en una conquista inquieta.


y ella
toda ella
sonríe lasciva tierna


su piel blanca
atrae devorando los vastos rayos de luz

*

todos los perros ladran cuando uno ladra
se acompañan
en lo único que pueden hacer.
una cajita de carne
guardando algo
una muñequita de carne
a la que quieren hacer mover.
la montan a un perro
uñas guardando abajo
restos de segregaciones, sangre
abre un poco más sus ojos
movimiento cruel
imposibilidad en decidir
límites placer y dolor
Ella siempre así
de una carne eterna
a la que todos admiran
a la que todos atrae
a la que quieren hacer mover.

*

nubes y caballos
corriendo por la meseta
ensueño
polvareda

me arde la llama de la vela
voces
en
off
caballos cabalgando
sonidos cercanos a la muerte
caballos
caballos

entre los labios tenía una hebra de cera
ensueño
flores de luces y de polvo
la cera blanca derritiéndose en la eternidad

flores de luces
y caballos blancos
como velas encendidas.



*Fernanda Maciorowski, Puerto Madryn, Chubut. Otros textos: "La superficie de Medea, Estrella Deliciosa Ediciones, Puerto Madryn, 2007. Acuarium (plaquette), Estrella Deliciosa Ediciones, Puerto Madryn, 2009. Conejo, Cartonerita Solar, Neuquén, 2010. Doma latina, Infamia Trascendental, Puerto Madryn, 2010. Historia de las escamas, inédito. Apogeo,(junto a Magdalena Dávila) Estrella Deliciosa Ediciones, Puerto Madryn, 2011. Espuma negra de esperar (junto a Nadine Alemán) plaquette, Estrella Deliciosa Ediciones, Puerto Madryn, 2011. Para leer más  o conseguir sus publicaciones de Fernanda visitá su blog: http://medeanaif.blogspot.com/

4 sept 2011

Poemas de Nelly González*

¿No se considera que la ciudad sea de quien la gobierna?
Antígona Sófocles.

los ángeles caídos / expulsados de la hogera
de alcoholes
vagan libres su ocio/
sin aliarse con la letra
engreídos de la noche / se desdoblan en
sombras mutantes / esexuados carnales y


yahvé tomará el té en sus mesas
un día  un tiempo
hast que llegue gabriel
y reinicie el juego   con ardorrojo


***************************


molienda de espejos trizados
envueltos en

dos piernas de un padre vienenen
una garganta aprisiona las cuerdas

las manos de el padre
no se ven en ese triángulo

su boca despeina risas
en mi nuca lejana

el dedo de la mano sale
del brazo y se eleva / el cielo/
el ojo no sigue el dedo/

veo el cielo
en el ángulo recto barreteado

visita espejada
in - esperada
el agua no une sangre
las 5 aristas de un - el domingo

una espalda con piernas se va


*************************


I

qué inciertos
se vuelven los cuerpos / antígona
nos dejaron miradas                                                   no lenguas


uuuuu / hierro del seis
quema y quema / antígona
rebanaron en fetas /
mis vísceras libres                                                    mi lengua
aplastaron mi cerebro
y vi als sol devorárselo                                             mi mano

no más cuerpo / más miedo
tu cuerpo / antígona / mi cuerpo                agoniza la palabra que no sale

no comieron nuestro croazón
corrió la sangre                                          cómo pariré una letra antes de
                                                                                                      irME?



II

de qué servirá la sangre / polínices
que nada en mis venas negras /
de qué servirá mi carne macilenta /
si no has dejado escapar   palabra
que te salve /                                                               servirá el poema?

nos alimentaron de hiel


III

los de afuera /
nos devoran polinices /     los de adentro /                    qué es el poema?
sientso sus caminos / roer
mis huesos ralos
veo tu cabeza entre sus manos
no piense / háblame                                                      dime de ti poema
no llores / créeme                                                      servirá la palabra?
deja la cueldad para ellos
soy tu sangre /
que se pudre con la tuya /                                          dime de ti poeta
no te sueltes de mi                                                   iníciame a ser palabra





* todos estos poemas pertenecen al libro "Visitación" (2010) de la poeta Nelly González de Pto. Madryn. Otros libros de la autora: "Las bonitas página" (2007);  "Amarello" ( 2008) y "Expreso" (2009). Todos se pueden conseguir comunincandose a estrelladeliciosaediciones@gmail.com.

3 sept 2011

Lectura de poemas en la presentación de la 9ª plaqueta de "Peces del desierto".


El sábado 27 de agosto, en la Asociación Portuguesa, de la ciudad de Comodoro Rivadavia, se presentó el noveno número de la plaqueta literaria “Peces del desierto”. En esta oportunidad, leyeron algunos de sus poemas los cuatro poetas editados en este número: Bruno Di Benedetto, de Puerto Madryn; Maritza Kusanovic, de Río Gallegos; Marina Pacheco, de Puerto Deseado: y Pablo Soto, de Comodoro Rivadavia. Esta oportunidad la plaqueta contó con los dibujos de Agustín Huberty, César Barrientos, Emiliano Gunckel, Julieta Laztra, Alejandra Ferrada y Marisa Eylenstein.
También se presentaron cortos audiovisuales realizados y seleccionados por Mónica Baeza y Romina Santos. El grupo de jazz "lúdico" inició el encuentro con una excelente musica, este trío  integrado por Martín Villarroel (teclado), Pocho Paoliso (bajo) y Daniel Risoglio (saxo) aporto su interesantisimo lenguaje.

Maritza Kusanovich, Pablo Soto, Marina Pacheco y Bruno Di Benedetto.

Algunos poemas publicados en el número 9 de la plaqueta "Peces del desierto"


33
nada para ver
lo invisible es la mitad de la oscuridad
la otra mitad
¿asusta
alumbra
o da de beber?
todavía no sabe
nada.

Bruno Di Benedetto ( de "Nada", inédito, 2009)


el cielo es un sueño

el pájaro está en su lana
el pájaro vuela
la bala lo alcanza en el aire
la bala piensa que vuela
la bala se siente pájaro
el cielo se despierta
su trabajo es levantar
a los vencidos
el cielo bala
el cielo toma aire
el cielo cae
el cielo se descarría
el cielo sueña en el pájaro el vuelo perdido.

Maritza Kusanovic (inédito)


Traiciones

No me pregunten por estos barcos:
ocurre que yo sólo
amé a una patria entereamente
hecha de luciérnagas,
el viento tibio de agosto,
y aquella gente reidora y bulliciosa
nombrando en voz alta la miseria.

Marina Pacheco (inédito)


3
Callar, tu callar rasguña
el aire hace supurar
las sombras.

Pablo Soto (Inédito)



3 poemas de William Carlos Williams*


ESTO ES SÓLO DECIR

Me he comido
las ciruelas
que estaban en
la hielera,

las cuales
probablemente tu
guardabas para
el desayuno.

Perdoname,
estaban ricas,
tan dulces
y tan heladas.



RETRATO PROLETARIO

Una joven grande sin sombrero
con delantal

su pelo cogido atras parada
en la calle

un pie en calcetin de puntilla
en la acera

su zapato en la mano. Mirandolo
atentamente adentro

Le saca la plantilla de papel
para dar con el clavo

que la ha estado lastimando.



MAÑANA DE ENERO
  VI
Todo esto...
                     fue por ti, vieja.
Quise escribir un poema
que tu pudieras entender.
Porque .a mi de que me sirve
si tu no lo entiendes?
            Pero tienes que esforzarte
Pero...
            Bueno, .tu sabes como
las muchachitas retozan riendo
en Park Avenue de noche
cuando debieran estar en casa acostadas?
Bueno,
lo mismo es conmigo en cierta manera.





Mercedes Villega.-


*Extraído de "Antología de la poesía norteamericana", Seleccion y prologo de Ernesto Cardenal. Traduccion de Jose Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal. Caracas - Venezuela 2007