Soy Pablo Soto y "Párpados sicarios" es el blog en el que dejo registro de mis inquietudes en torno a la literatura, especialmente sobre la poesía. Podrán encontrar en las diferentes pestañas los temas de interés del blog. Allí podrán leer y comentar textos propios y de otros autores. También pueden seguir al blog en Facebook e Instagram como Parpadosicarios. En Facebook: https://www.facebook.com/parpadosicario En Instagram: @arpadosicario En Spotify: Párpados Sicarios Podcast

29 jun 2015

Poemas de Pía Fondeville*

III

Recorrer la casa

con la sensación remota

de que es mía

y dejar de extrañarte

en alguna parte

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VIII

Qué es eso de no ser para uno mismo

y andar buscando desaparecer en otro

en esa compulsión urgente de entregarse a un cuerpo

y a otro

para desconocer el mío



y volver sólo cuando está dolorido


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Ni olvido ni perdón, odio



Odio la hipocresía de mi familia de locos y abusadores

odio también a los que amo

me odio por ser yo misma abusadora


Odio la arrogancia

Odio la pedantería

Odio el maltrato

Odio la hipocresía

Odio la injusticia

Odio el abuso

Odio el egoísmo


Odio el ego de las personas incapaces de admitir que han
cometido un error

odio a todos los cobardes que merecen morir

y no me atrevo a matar, 

y me odio por ser yo misma uno de ellos



Hoy odio a todos

odio a los burócratas de izquierda y de derecha

odio a los burócratas de hospitales y de escuelas

que no son hospitalarios ni educativos


Odio el machismo

odio el feminismo burgués

odio la opresión que no me permite amar libremente sin que me
juzguen

odio tener que caretearla para que no me miren como un bicho


Odio que se muera gente que quiero

y vivan los que odio

odio tener miedo

odio a las personas incapaces de pedir disculpas

odio mendigar trabajo

odio al baboso del colectivo que te devuelve la moneda y te
mira el culo antes de que te des vuelta

odia a mis vecinos chusmas

odio a la gente chusma

odio a mi madre sobreprotectora

odio a mi padre muerto

odio a mi novio

odio también a mis amantes 


Odio tanto que odio hasta a los que no conozco

por eso hoy podría estar para cualquiera

pero hoy no puedo sonreirle a un niño


hoy no.
















* Pía es una escritora que reside en Esquel, provincia de Chubut. Estos poemas fueron extraídos de su libro "Hambre", edición de autor. 

26 jun 2015

3 poemas de Cristian Jaque*

Soledad

¿Qué raro?
sentirse solo
construyendo un alambrado
levantando un muro
cerrando una puerta
para que nadie entre.


Fotografía

Calles de piedra, miradas
de tierra las calles, miradas secas
barro en las calles, secas las miradas
opacos los vidrios
si hasta las ventanas
avaras se vuelven
de afuera, de adentro, avaras
calidez en las casas
pero el frío corre por dentro
desde el nacimiento está
acompaña y tiene memoria
memorioso, el frío
el bosque de chimeneas lo espanta
al  latente y al pasado
pero vuelve, y sabe volver
seguimos andando en esto
dentro de una ciudad
sendas, que jamás serán caminos
baldíos que serán plazas
recuerdos que quedaran tapados
arcos de triunfos
de derrotas
primeros goles, últimos goles
ultimo picado
fin de la adolescencia.
Falto jugarlo como una final
para recordarlo con detalles
¿De que final me estaré olvidando ahora?



Regla

Estos versos no tienen rumbo
fueron hallados en caminos muertos
son lagrimas de desconsuelo
sin sentido de existencia
solo un relieve imperceptible
de letras negras
que forman palabras
las que ordenadas  forman frases
legibles e interpretables
de contenidos oscuros por vacíos
hoy me meto en ellos
en el gran hueco de las dudas, las mías
en el pasado que me queda
en lo que regale al olvido
firmo un  pacto inconsciente
y  juego este juego
con el abecedario y las ideas
pierdo gano, busco tablas
hago trampa y sueño.







*poeta de la ciudad de Sarmiento, provincia de Chubut. Estos poemas fueron extraídos de su blog Escritos Elementales.

25 jun 2015

Poemas de Alejandro Rubio*

Sólo hay fotos.
Son falsas.


El hombre bajo,
ridículo, caminando
atrás, con un paraguas
lo protege.



Y desde otro punto
de vista: detrás del vidrio,
de las gotas en el vidrio,
el perfil, indio,
de prócer.



Esto no existe.
Es sólo el cadáver.



Como si la mente
proyectara la trama de su mente
en todas las mentes.



Menemmente.
Cafieramente.
Ludermente.
Miguelmente.
Isabelmente.



Emanaciones
de un dios
que se expanden,
se debilitan,
por los espacios infinitos,
finitos...



Y nada de Evita.
Evita es el mito
montonero-progresista-
académico, nada de charla
sobre Evita y Jamandreu,
nada de poemas lujosos
sobre el cadáver de la reina puta.
Evita es el cadáver y punto.



Sólo la mente vence al tiempo,
organizada, ramificada
en pelos y dendritas, en nudos
de los que brotan otros nudos,
para invadir



incluso el verano del 96,
cuando creías que el pueblo
merecía morir, incinerarse
en su propia gomosa estupidez.
[...]


Una experiencia moral

Dejemos de lado los dos años
de interregno cívico. Entre el peronismo y el peronismo
contemplé sonriente cómo la fiebre ética
medio se comía, medio se mezclaba a la rabia
por las vacaciones que ya no se podían solventar.
En Sociología aprendí a amar
la revolución entre carteles
y chicos de las mejores familias.
Soñé un tiempo con ser el Che Guevara,
sueño del que me sacó Lucrecia,
una mujer de diez, que me dió dos hijos
que son la luz de mis ojos.
Comenzaron las preocupaciones. 
Una casa grande, mejores implementos.
Cavallo los proveyó. Y yo vi el mal
concentrado en un rostro, una pelada
bajo los focos del set. Voté por Chacho en las constituyentes
porque era necesario refundar la república
al margen del conturbenio bipartidista.
Y me encontré temblando por la eventualidad
de que el dólar se disparara.
Yo que veía en un espejo oscuro
me vi en una agua transparente:
con mis ideas, mi buena conciencia, 
mis lecturas, mis sensibilidad social, 
era un pequeño burgués.
Y cada ente quiere persistir en su ser.
De refilón, irónicamente,
el ministro y su presidente me proporcionaron
la más invalorable experiencia moral.
No obstante no los voté en el 95,
¿quién los votó?

Televisión

Y así en nuestra casa de lata
entró la modernidad de Kyoto.
Era reluciente y petrificante y nos daba
un aura de fosfeno suficiente
para que leyéramos en la noche las aventuras
de Carlitos Junior. Un artista de estos barrios
lo inmortalizó en verso y dio a la miseria
consuetudinaria un barniz de glamuor.
Nuestro pecado, para ellos, era querer vivir
como ellos, que no querían vivir como nosotros
pero sí gozar de un perfume moral que sus teorías
nos atribuían. Para despreciarlos no había más
que prender el televisor y disfrutar los sorteos,
las fiestas, las palmeras, los descapotables, los gatos,
los restaurants llenos, la música bailable, 
los bailes, los bailarines, los grandes pechos,
los pechos enormes, los pechos
como globos aerostáticos y así
hasta que las velas no ardan y dale que va
que el radical resentido nunca nos va a ver
inundado o juntando cartón. 












*extraídos de "Novela elegíaca en cuatro tomos: tomo uno", La enfermedad mental, poesía reunida Ed, Gog y Magog, 2012.



18 jun 2015

Poemas de Roberto Malatesta*

Ver

Desde la ventana del primer piso de mi vecino
veíamos aparecer marcas, señales, en la vereda de enfrente.
Una nueva hilera de ladrillos, asomar un tapial,
la puertezuela del medidor de luz y de ella
el tornillo donde la pinza abre, más abajo
la aparición del cristal, luego, su final
y así todos esos elementos que durante años
estuvieron a nuestra disposición, y no vimos,
ahora sobredimensionados por su efecto esplendoroso:
el río comenzaba a bajar, el río se retiraba de la ciudad.
Al final de aquel día mi vecino dijo: mirá, 
la ranura para las cartas de aquella puerta
está a la altura del picaporte de aquel portón.
Cuánto significado encontrábamos en estas cosas,
¡Y eso era mirar!
Todo un día y la mitad de otro estuvimos Viendo.
Los vecinos de enfrente, tres familias en una casa de alto,
hacían lo mismo con nuestra vereda
e intercambiábamos saludos y bromas increíbles, y más, risas.
Quién sabe quién sufriría aquel día, en aquel mismo instante
por una mancha de humedad o por la copa
que se derrama sobre el mantel.

Caverna vacía

Era una particular caverna submarina.
Yo avanzaba y el ruido del agua era algo nunca oído.
Yo que me eché a oír
el agua de los ríos de llanura
y de los ríos de montaña,
a esta agua no la reconocía.
Esta que mis pies movían dentro de la casa
sonaba como de otro mundo,
como proveniente de otra realidad.
Y era una suerte que ya hubiese bajado, mucho.
Esperé todo un día luego de que comenzó a descender,
seguí los consejos de mi vecino: “con el agua en las rodillas sí,
con el agua al culo no”, por lo demás, había que conservar la ropa, 
lo más seca posible, y, al fin, 
bajé a constatar la presencia del intruso: el río en mi casa,
pero a él, más antiguo que yo, más viejo que una ciudad
de más de quinientos años, todo le era indiferente.
Ahora yo visitaba esa extraña caverna poblada de objetos flotantes 
y moles de madera que amenazaban caerse.
Yo era un hombre de cientos de miles de años de antigüedad.
El progreso, ciertamente, nos había llevado muy lejos,
había tomado una gran curva, 
se había enrollado 
como la serpiente que se muerde la cola.
Yo avanzaba en medio de la confusión,
pero de todo aquel extrañamiento 
el ruido del agua que desplazaban mis pies,
un ruido que nunca había oído
era la nota mayor, 
el ruido, un ruido que dudo
jamás pueda olvidar.

Luego de que el río

Luego de que el río desbordó mi aldea
y el mundo se enterara
cuán grande es mi aldea y ancho el río, 
fueron dos, tres, cuatro semanas
en las que mi poesía versó sobre tan trágico hecho.
Ahora, un poco más tranquilo,
no quiero para mí 
ni para mi poesía 
grandes temas.
Volveré a escribir sobre el sol
posado sobre alguna mínima flor, que,
ciertamente, habré de buscar
fuera de casa, puesto,
y ya ven qué difícil se me hace 
y qué trágica reincidencia,
el río entró en mi patio 
y no dejó ninguna.








*extraídos del libro "Por encima de los techos".





16 jun 2015

"Lanzar la flecha"*

"Quiero establecer que para mí lo importante en poesía no es el lado puramente estético, sino la poesía como creación del mito, y de un espacio y tiempo que trasciendan lo cotidiano, utilizando muchas veces lo cotidiano. La poesía es para mí una manera de ser y actuar, aun cuando tampoco puedo desarticularla del fenómeno que le es propio: el utilizar para su fin el lenguaje justo para este objeto. Mi instrumento contra el mundo es otra visión del mundo, que debo expresar a través de la palabra justa, tan difícil de hallar. Porque el poema no debe (como dice Archibald McLeish) "significar sino ser". Tal vez lo que importa no es dar en el blanco, sino lanzar la flecha".



*"Sobre el mundo donde verdaderamente
 habito o la experiencia poética", Jorge Teillier.

Los trenes de la noche y otros poemas*

3
Recuerdo la Estación Central 
en el atardecer de un día de diciembre. 
Me veo apenas con dinero para tomar una cerveza, 
despeinado, sediento, inmóvil, 
mientras parte el tren en donde viaja una muchacha 
que se ha ido diciendo que nunca me querrá, 
que se acostaría con cualquiera, menos conmigo, 
que ni siquiera me escribirá una carta. 
Es en la Estación Central
un sofocante atardecer 
de un día de diciembre.

7
Cuando el pequeño tren se anima a subir la cuesta 
mira temeroso a la luna
que lo contempla con la misma cara airada 
conque el reloj de cocina mira al adolescente 
que por primera vez llega tarde a casa.

17 

Ha terminado el verano. 
Regreso a la ciudad como tantas otras veces 
en el sudoroso tren de la tarde.
Ha terminado el verano,
no sin antes marchitar con sus manos polvorientas a los 
         girasoles, 
no sin antes resecar los cardos que crecen junto 
        a los rieles. 
A la ciudad debía acompañarme el viento del sur. 
El viento que se queda rondando por 1os campos y es el sereno 
que los villorrios escuchan sin esperanza todo el invierno 
como ancianos que en caserones ruinosos pegan sus oídos 
       a relojes sin agujas. 
El viento que barre con cardos y girasoles. 
El viento que siempre tiene la razón y todo lo torna vacío. 
El viento. 
Quizás debiera quedarme en este pueblo 
como en una tediosa sala de espera. 
En este pueblo o en cualquier pueblo 
de esos cuyos nombres ya no se pueden leer en el retorcido 
      letrero indicador. 
Quedarme resignado como una mosca en invierno 
escribiendo largos poemas deshilvanados 
en el reverso de calendarios inservibles 
sin preocuparme de que nadie los lea o no los lea, 
o conversando con amigos aburridores 
sobre política, fútbol o viajes por el espacio 
mientras tictaquean las goteras del bar. 

Todo empieza a quedar en penumbras. 
El viento apaga la luz de los últimos girasoles. 
Todo está en penumbras. 
La campana anuncia la llegada del tren 
y siento el mismo temor del alumno nuevo 
cuando sus compañeros lo rodean 
en el patio de cemento de la escuela. 
Pero debo dejar el pueblo 
como quien lanza una colilla al suelo: 
después de todo ya se sabe bien 
que en cualquiera parte la vida es demasiado cotidiana. 

Hasta luego: rieles, girasoles, 
maderas dormidas en los carros planos, 
caballos apaleados de los carretoneros, 
carretilla mohosa en el patio de la casa del jefe-estación, 
tilos en donde los enamorados han grabado torpemente sus 
        iniciales. 

Hasta luego, 
hasta luego. 
Hasta que nos encontremos sin sorpresa 
viajando por los trenes de la noche 
bajo unos párpados cerrados.










* Jorge Teillier ( (Chile, 1935-1996.

13 jun 2015

Para hacer un talismán*

Se necesita sólo tu corazón
hecho a la viva imagen de tu demonio o tu dios.
Un corazón apenas, como un crisol de brasas para la idolatría.
Nada más que un indefenso corazón enamorado. 
Déjalo a la intemperie, 
donde la hierba aúlle sus endechas de nodriza loca
y no pueda dormir,
donde el viento y la lluvia dejen caer su látigo en un golpe
      de azul escalofrío
sin convertirlo en mármol y sin partirlo en dos, 
donde la oscuridad abra sus madrigueras a todas las jaurías
y no logre olvidar. 
Arrójalo después desde lo alto de su amor al hervidero de la 
        bruma.
Ponlo luego a secar en el sordo regazo de la piedra,
y escarba, escarba en él con una aguja fría hasta arrancar
       el último grano de esperanza.
Deja que los sofoquen las fiebres y la ortiga, 
que lo sacuda el trote ritual de la alimaña,
que lo envuelva la injuria hecha con los jirones de sus antiguas
       glorias.
Y cuando un día un año lo aprisione con la garra de un siglo,
antes que sea tarde, 
antes que se convierta en momia deslumbrante, 
abre de par en par y una por una todas sus heridas:
que las exhiba al sol de la piedad, lo mismo que el mendigo,
que plaña su delirio en el desierto, 
hasta que sólo el eco de un nombre crezca en él con la furia
       del hambre:
un incesante golpe de cuchara contra el plato vacío. 

Si sobrevive aún, 
si ha llegado hasta aquí hecho a la viva imagen de tu demonio
       o la de tu dios;
he ahí un talismán más inflexible que la ley, 
más fuerte que las armas y el mal del enemigo.
Guárdalo en la vigilia de tu pecho igual que a un centinela.
Pero vela con él.
Puede crecer en ti como la mordedura de la lepra;
puede ser tu verdugo.
¡El inocente monstruo, el insaciable comensal de tu muerte!









* Olga Orozco,en "Los juegos peligrosos" (1962), en Obra poética, Ed. Corregidor (2007)








12 jun 2015

Sobre la poesía confesional*

"Pero para mí la revelación en poesía siempre concierne al movimiento de la mente tal como piensa y siente y así lo hace en el lenguaje. Para un poeta, el proceso de pensar-sentir no se traspone directamente al lenguaje. Más bien, ocurre en el lenguaje. Por ejemplo, el modo en que un poema está escrito en la página es una partitura de cómo debe ser leído en voz alta, y de cómo será experimentado. Tales manifestaciones concretas de la percepción son aspectos cruciales del modo en que la poesía puede "revelar". Creo firmemente que el verso en sí expresa "patrones de mirada". Nunca entendí realmente la teoría de la respiración de la que habla Olson; pero creo que los cortes de verso son determinados no sólo por exigencias fisiológicas de respiración, sino por las secuencias de tus propias percepciones".
"No creo que mucha poesía confesional sea buena poesía. A veces los que escriben de modo confesional son poetas dotados, si tienen un buen instinto de la lengua. Pero esta es la excepción y no la regla. Según lo entiendo yo, el poema confesional tiene como motivación el deseo de liberar al poeta de algo que él o ella encuentra opresivo. Pero aquí el peligro es reducir una obra de arte a un proceso de excreción. ¡Un poema no es vómito! Ni siquiera es lágrimas. Es algo muy diferente de una purga corporal".

*Denise Levertov, entrevistada por Sybil Estess.

11 jun 2015

El trabajo del poeta*

"Comrendí que el trabajo del poeta no estaba en la poesía; estaba en la invención de razones para que la poesía fuera admirable; naturalmente, ese ulterior trabajo modificaba la obra para él, pero no para otros".
* "El Aleph", J. L. Borges.

10 jun 2015

A propósito de "El cementerio marino" (Fragmentos)*

"No sé si aún está de moda elaborar largamente los poemas, tenerlos entre el ser y el no-ser, suspensos ante el deseo durante años; cultivar la duda, el escrúpulo, el arrepentirse tal como una obra siempre reemprendida y refundida que toma poco a poco la importancia secreta de una empresa de reforma propia.
Esta manera de producir poco no era rara, hace cuarenta años, entre los poetas y entre algunos prosistas. Para ellos el tiempo no contaba, lo cual es muy divino. Ni el Ídolo de Lo Bello, ni la superstición de la Eternidad literaria estaban en ruinas entonces; y la creencia de la Posteridad no estaba abolida del todo. Existía una especie de Ética de la forma que conducía al trabajo infinito. Los que a éste se consagraban bien sabían que mientras más grande es el trabajo, es menor el número de personas que lo conciben y lo aprecian; trabajaban por muy poco, y como santamente...Con esto se aleja uno de las condiciones "naturales" o ingenuas de la Literatura, y se llega insensiblemente a confundir la composición de una obra del espíritu, que es cosa terminada, con la vida del espíritu mismo el cual es una potencia de transformación siempre en acto. Se llega al trabajo por el trabajo. A los ojos de estos amantes de inquietud y de perfección una obra nunca está acabada palabra que para ellos no tiene sentido alguno, sino abandonada; y este abandono, que entrega a las llamas o al público (sea ello efecto de la indolencia o de la obligación de entregarla), les es una especie de accidente, comparable a la interrupción de una reflexión, que la fatiga, el fastidio o alguna sensación vuelven nula".[...]
"Ante todo, debo decir que “El cementerio marino”, tal como está, es para mí el resultado de la sección, de un trabajo interior, un acontecimiento fortuito. Una tarde de 1920, nuestro amigo que tanto echamos de menos, Jacques Riviere, al visitarme me encontró ante un "estado" de “El cementerio marino”, pensando en reemprender, en suprimir, en substituir, en intervenir esto y aquello... 
No descansó hasta que consiguió leerlo; y habiéndolo leído, le encantó. Nada es más decisivo que el espíritu de un Director de Revista.
Así, por accidente, fue fijado el rostro de esta obra. Nada hice para ello. Además, no puedo en general volver a cualquier asunto que haya escrito, sin pensar que lo hubiera hecho totalmente distinto si alguna intervención extraña o alguna circunstancia cualquiera hubieran roto el encanto de no terminarlo. Sólo amo el trabajo del trabajo: los comienzos me fastidian, y sospecho perfectible todo lo que viene de un golpe. Lo espontáneo, aun excelente, a un seductor, no me parece nunca bastante mío... La noción de Autor, como la del Yo, no es sencilla: un grado de más de conciencia opone un nuevo Mismo a un nuevo Otro". [...]
"En cuanto a la explicación de la letra, ya me expliqué en otra parte sobre este punto; pero nunca se insistirá lo bastante: no hay sentido verdadero de un texto. No hay autoridad del autor. Aunque haya querido decir, escribió lo que escribió. Una vez publicado, un texto es como un aparato del que se puede servir cada uno a su antojo y según sus medios; no hay seguridad de que el constructor lo use mejor que cualquier otro. Por lo demás, si el autor sabe bien lo que quiso hacer, este conocimiento turba siempre en él la percepción de lo que ha hecho."

*Por Paul Valéry. Traducción de Miguel Rodríguez Puga.