Soy Pablo Soto y "Párpados sicarios" es el blog en el que dejo registro de mis inquietudes en torno a la literatura, especialmente sobre la poesía. Podrán encontrar en las diferentes pestañas los temas de interés del blog. Allí podrán leer y comentar textos propios y de otros autores. También pueden seguir al blog en Facebook e Instagram como Parpadosicarios. En Facebook: https://www.facebook.com/parpadosicario En Instagram: @arpadosicario En Spotify: Párpados Sicarios Podcast

18 dic 2019

Josefina Saffioti: palabras para encastrar la experiencia.*




cuando de visita nos dicen
hacé de cuenta que es tu casa
nunca es nuestra casa.
no nos desnudamos en la cocina
ni revolvemos el secreter
en busca de un papel imaginario, una declaración
de amor. 
no.
a los sumo nos sacamos los zapatos, 
pedimos permiso primero. 


llevás tres vestidos dos polleras
negras algunas musculosas
sandalias verdes y botitas puestas
rollers en bolsito bombacha sucias
tuppers con fideos té café
leche en cartón angustia
en la cabeza un nudo en el estómago
el deseo guardado
en el bolsillo del pantalón. 



voy a un recital me llevo
a un chico en taxi
me despierto voy a la ovd otro taxi
gasto cincuenta pesos subo a casa
descosida pienso en flowers city
la construcción interna me tiene
a mal traer me refugio
en un juego de los rubios, un león
y una mantis devorando una serpiente
lloro más lloro fuerte
termino de llorar
obrera admiro
el resultado de la noche
lego, sushi, eno y byrne.



siete mudanzas
seis juegos de llaves
una tarjeta magnética abre
cualquier edificio de chetos
diez sesiones internacionales por skype
con josé psiquiatra
dos libros que todavía reclamás
un vuelto a lo devorado
seis mil pesos doce copas de martini una tele
un dvd un aire un equipo de musica
los libros de cheever y faulkner
la muñequita colgada del pasado de la puerta
una casilla de hotmail
repleta de mensajes
cola interminable en movistar
en la era de la portabilidad numérica
un montón de dinero cedido
a laboratorios bagó
mecanismos tardíos de supervivencia
dos miligramos de tranquinal por día
dos neuryl a la noche
rectangulitos sabor blanco
un zapato de cada par
todas calles empastadas
parálisis facial periférica
la herencia del despilfarro
diez años de aguante
un disco rayado de lou reed un blog
una puerta quemada una carátula
con tu nombre




*Los poemas fueron extraídos del poemario "mundo lego", Ediciones en Danza, 2015. 

6 ago 2019

Poemas de Miguel Ángel Bustos*

POLEN ATÓMICO

a las víctimas de los bombardeos atómicos, 
a los condenados a morir lentamente por
las radiaciones atómicas. 

Un niño tomó una flor y la hundió
en el agua, murió un pez. Un pájaro
agonizaba. En su pico, un grano de
polen atómico. El niño con la flor en
el puño, se alejó gritando:-Hermoso
puñal! Hermoso puñal!



I. BAJA EL FUEGO

Dios se enoja en el Pacífico.
Tibio
ondulante pájaro
al fuego
muere.
Peces
de veneno
redes arriba,
abren
corazones de niños.
Vientos ahítos
fecundados de ruda muerte
giran
veloces
fríos,
en nuestros labios
en nuestros sueños.




II. BROTA EL POLEN

Polen atómico
muerde
lento,
la nuca
del niño.
Enrosca viento
luz enrosca
flores y panes,
la muerte
en la sangre.
Lleva viento
lleva,
polen
herido
a las flores sedientas.



III. LA TIERRA Y LOS BESOS

Golpe
de átomos rabiosos
vuelca
sacude
y clava
hondo,
la muerte.
Acorrala
temblando
en el fuego,
el mar
la tierra
los besos.



IV. GRITO Y LLANTO DE LOS LABIOS

Puñado de gritos
abren
la lengua
violando
en sollozos.
Criban
el aire
en largo diente
quemando
los sueños
la furia
y el llanto.



V. LAS LLAGAS LUCHAN EN EL VIENTO

Luna
y llagas
giran
y luchan
en el viento.
Nube
y agua fresca
suben
la arena tibia.
Espiral
de lágrimas
y plumas quebradas,
locos y heridos
los pájaros
vuelan.




VI. EL SOL VUELVE A LA TIERRA

Cae
sol
fuego
enamorado
del polvo
y del viento.
Cae.
Separa brusco
la sombra,
entibia
sangre del aire
frentes
y labios
muertos
nunca
olvidados.
Cae
y ábrete
onda
ala
entre
las nubes
y el agua
prende
muerde,
veneno cálido
el avión que se aleja.



VII. DESCIENDE EL GRANO

Vuelve semilla
puño verde
sacudón de vida
a la tierra ulcerada.
Vuelve.
Hínchate
y crece.
Libera
lento pulso vivo
el aire
de átomos
negros y duros.
Sube
muriendo y viviendo,
apretado ruido
de hojas y espigas,
el bosque
el río
el campo envenenado.
Aquieta tus ramas
mira el sol
y tapa
cuerpos heridos
niños de Hiroshima
hermosos juguetes
de fuego.
Ampara sus llagas.

y márchate
en sus lágrimas.




Miguel Ángel Bustos, Visión de los hijos del mal. Poesía completa, Editorial Argonauta, 2008. 

29 jun 2019

Soriano: el ritmo de los años felices.

“Por un par de meses, antes de que yo la conociera, ella había sido la novia de nuestro zaguero central y alguien me dijo que el tipo se vanagloriaba de haberle puesto una mano debajo de la blusa. Eso me lo hacía insoportable. Tan celoso estaba de aquella imagen del pasado que casi dejé de saludarlo. El chico era alto, bastante flaco y pateaba como un caballo. Yo me mordía los labios, allá arriba, en la soledad del número 9, cuando me fauleaban y él se llevaba la gloria del tiro libre puesto en un ángulo como un cañonazo. Si lo nombro hoy, todavía receloso, es porque participó de aquella victoria memorable y porque sin su gol el mío no habría tenido la gloria que tiene.
Mi novia admitía haberlo besado, pero negaba que el odioso personaje le hubiera puesto la mano en el escote. A veces yo me resignaba a creerle y otras sentía como si una aguja me atravesara las tripas. Escuchábamos a Billy Cafaro y quizás a Eddie Pequenino pero yo no iba a bailar porque eso me parecía cosa de blandos. En realidad nunca me animé y si más tarde, ya en Tandil, caí en algún asalto o en una fiesta del club Independiente, fue porque estaba completamente borracho y perseguía a una rubia inabordable.
Pasábamos el tiempo en el cine, acariciándonos por debajo del tapado que nos cubría las piernas, y creíamos que su padre no se enteraba. Tal vez era así: andaba inclinado, ausente, masticando el charuto apagado, neurótico por el humo y el calor de la cabina de proyección. Pero la madre no nos sacaba el ojo de encima y aquella desgraciada tarde de invierno irrumpió en la boletería y empezó a darle de cachetadas a mi novia.
Después supe que hacíamos el amor todos los días, pero en aquel entonces suponía que había una sola manera posible y que si ella la aceptaba, el más glorioso momento de la existencia habría ocurrido al fin. Y ese instante, en una vida vulgar, sólo es comparable a otro instante, cuando la pelota entra en un arco de verdad por primera vez, y no hay Dios más feliz que ese tipo que festeja con los brazos abiertos gritándole al cielo.
(del relato  "Primeros amores")


“Discutimos en la pensión porque yo ignoraba las matemáticas y la química y volvimos en silencio, muy lejos uno del otro. Lo dejé ir adelante y todavía veo su camisa sudada flotando en la ventolera. Yo no sabía qué hacer de mi vida y miraba para arriba a ver si bajaba la pelota. Tenía diecinueve años y me sentía solo en una cancha vacía. Todavía estoy ahí, demorado con mi padre en medio del camino. Imagino historias porque me gusta estar solo con un cigarrillo y estoy cerca de la edad que tenía mi padre cuando se tumbaba de la moto. Fueron muchas las caídas y no siempre lo levanté. Me gustaría saber qué opinión tendría de mí, que he perdido su petróleo. Quisiera que echara una ojeada a estas líneas y a otras. Que me regalara un juguete y me contara cuántas veces estuvo enamorado; que me explicara qué carajo hacíamos los dos en un camino de Neuquén rumbo a las torres de YPF,
mientras en el transistor se apagaba la voz de Julio Sosa cubierta por los acordes de otra marcha militar”.
(del relato "Petróleo")


“Me contó esa mentira como antes me había contado otras, pero a mí no me importaba porque me gustaban sus relatos dichos con voz muy baja, casi inaudible. Recuerdo que en sus cuentos él siempre caía mal parado. A los fascistas de Uriburu no atinó a devolverles ni un solo golpe y la chica del Once se quedó con otro. A Gardel lo encontró en un bar de Corrientes y lo llevó a su casa en un coche prestado, pero no se atrevió a pedirle autógrafo. 
Estaba acercándose a la mesa cuando el Zorzal apagó la sonrisa, se levantó de golpe y los mandó al carajo a Razzano y a una mujer de pelo amarillo. Mientras todos lo miraban alejarse, mi padre salió por otra puerta, subió al coche y oyó que Gardel lo llamaba. "Haceme la gauchada, pibe, tírame en casa", le dijo. En el trayecto lo convidó con un Camel importado y sacó los anteojos para leer algo que la rubia había escrito en una servilleta manchada de rouge. Después se puso a silbar y a tamborilear con los dedos sobre el tablero del coche. Nada más. Ni una palmada, ni una de esas eternas sonrisas. Carlitos arrugó la servilleta, la tiró por la ventanilla y en el cruce de Lavalle con Jean Jaurés desapareció para siempre de la vida de mi padre.
—¡Eso no es verdad! —gritó el predicador entre sueños—. Gardel nunca compuso nada. ¡Si no sabía ni silbar...!
Mi padre lo miró , azorado , como si el otro le discutiera su propio pasado . Bastó esa distracción para que la camioneta se saliera de la huella y resbalara cuesta abajo por el lodazal. Caímos de lado, uno encima del otro, hasta que la pick-up de Obras Sanitarias quedó inclinada contra un alambrado. El primero en salir fue el pastor, con la valija sobre la cabeza; después mi padre me pidió que le sostuviera el volante para apoyar un pie y alcanzar el hueco de la puerta. Una vez que todos estuvimos afuera, el predicador abrió su maletín a hurtadillas y sacó un piloto de esos que usaba Humphrey Bogart. Se lo puso y señaló la Biblia.
—Oremos, hermano. Porque le mientes a tu hijo y adoras a falsos ídolos. —Se puso los anteojos y silbaba —insistió mi padre—Me parece que era Golondrinas."
(del relato "Encuentros")



Fragmentos extraídos del libro "Cuentos de los años felices", Osvaldo Soriano, 1992. 

7 jun 2019

Urondo: apología de "el señor de los tristes"

CARLOS GARDEL*

Extranjero del silencio
en el mundo arrasado; vertiente de la extrema melancolía
y del coraje y de la velocidad del amor y del miedo.

Dueño de la ciudad, de su memoria blanda
y de la madrugada hambrienta y sin sentimientos
y de la suprema cordura de los vagos.

Cómplice de los encuentros,
de la grappa que nos hizo hablar,
loco de la noche, despreocupado amigo del alba, señor
       de los tristes.


ABRIGO

Aquel tapado de armiño,
esta situación que vivimos, mi amiga,
estos recuerdos que siempre tendremos
y esta vida que juntos vamos haciendo.

Algún día, y digo por decirlo, tendremos
ese tapado de armiño;
será un tiempo más justo, forrado en lamé,
como el tapado del tango. Un tiempo sin olvido.

Ese tapado de lo que fue,
nos hará siempre felices, viejos golpeados;
y tendremos tiempo para el ocio, o para la melancolía
y nunca llegaremos a aburrirnos.

Esta noche espero contento y hacerlo
es como ganar la revolución; estaba escrito
que tu llegada sería como una caricia después de la pelea,
la alfombra de la victoria, el puño que consume la derrota.

Pronto será la hora de las brujas y de los secretos
y después veremos la luz y escucharemos juntos ese disco
       del tapado;
y comerás con apetito con juventud y seguramente haremos el amor
y estarás conmigo y no tendrás miedo a nada.


LA PURA VERDAD

Si ustedes lo permiten,
prefiero seguir viviendo.

Después de todo y de pensarlo bien, no tengo
motivos para quejarme o protestar:

siempre he vivido en la gloria: nada
importante me ha faltado.

Es cierto que nunca quise imposibles; enamorado
de las cosas de este mundo con inconsciencia y dolor y
      miedo y apremio.

Muy de cerca he conocido la imperdonable alegría; tuve
        sueños espantosos y buenos amores, ligeros y culpables.

Me avergüenza verme cubierto de pretensiones; una gallina torpe,
melancólica, débil, poco interesante,

un abanico de plumas que el viento desprecia,
caminito que el tiempo ha borrado.

Los impulsos mordieron mi juventud y ahora, sin darme
       cuenta, voy iniciando
una madurez equilibrada, capaz de enloquecer a cualquiera
       o aburrir de golpe.

Mis errores han sido olvidados definitivamente; mi memoria
      ha muerto y se queja
con otros dioses varados en el sueño y los malos sentimientos.

El perecedero, el sucio, el futuro, supo acobardarme, pero
     lo he derrotado para siempre; sé que futuro y memoria
     se vengarán algún día.

Pasaré desapercibido, con falsa humildad, como la
Cenicienta, aunque algunos

me recuerden con cariño o descubran mi zapatito y también
       vayan muriendo.

No descarto la posibilidad
de la fama y del dinero; las bajas pasiones y la inclemencia.

La crueldad no me asusta y siempre viví
deslumbrado por el puro alcohol, el libro bien escrito, la
        carne perfecta.

Suelo confiar en mis fuerzas y en mi salud
y en mi destino y en la buena suerte:

sé que llegaré a ver la revolución, el salto temido
y acariciado, golpeando a la puerta de nuestra desidia.

Estoy seguro de llegar a vivir en el corazón de una palabra;
compartir este calor, esta fatalidad que quieta no sirve y se
       corrompe.

Puedo hablar y escuchar la luz
y el color de la piel amada y enemiga y cercana.

Tocar el sueño y la impureza,
nacer con cada temblor gastado en la huida

Tropiezos heridos de muerte;
esperanza y dolor y cansancio y ganas.

Estar hablando, sostener
esta victoria, este puño; saludar, despedirme

Sin jactancias puedo decir
que la vida es lo mejor que conozco.



*poemas de Francisco Urondo, Obra poética, AH Editora, 2017. 

2 jun 2019

Ceremonia del té en los ojos*

patagonia glam

¿cómo un lugar de tierra dura y seca podría convertirse en un espacio de brillos sedosos? el pelaje de los cuerpos toma la luz y empieza a reflejar algo diferente around the fur**: loto de agua, labios derritiéndose, uñas plateadas arañando la meseta, el óxido mutando en líquido cobrizo que se vuelca sobre matas y animales, luz verde pequeña redonda flúo que late allá atrás, iluminando vez a vez la mano que mece las pastillas y el alcohol. los animales están girando, el pelaje se mueve junto con el cielo y hay cuatro cruces al sur y veinte dedos en mis manos.


for alla tomorow´s parties***

gajos de nieve de arena. tamariscos. el sol no me deja mirar hacia delante. por el otro costado, ella se tira arena rubia en la cabeza y parece feliz. la gente alrededor está obligadamente contenta porque es feriado. la fotografía de mi tarde se vela.


ascensor: Radiohead

Por error pasé una noche
sentada en el palier
escuchando la música que venía
desde adentro.

Una noche pensando,
escuchando y tocándome la cara
en una especia de profundo
reconocimiento del mundo y de mí.

Tom me dijo al oído
demaisadas verdades como
para aceptarlas a la ligera.

Quería que me abran la puerta quería salir
corriendo
pero ahí estaba la música y la voz
el suelo frío y granulado, el ruido del ascensor
que hacían de ancla al presente.

Radiohead sonaba la primera vez de algo
y la última de aquello
siempre y ahora
irrepetible cada vez como la imagen
que refleja el espejo.


metal: Babasónicos
Para Ale O. M.
porque lo tenía escrito en la remera 
y caminamos tanta playa
pateando piedras preciosas y caracoles 
                                                         perlados
nos reímos con todo el cuerpo
y cantamos de muchas maneras la misma canción
deformando el aquí y el ahora

vivimos grabando casetes con nuestros hallazgos
que luego transformaban en favoritos

viajamos en colectivo fuera de la realidad
                                               cada verano
                                      buscando música

y todo fue tan hermoso tan
              brillante
             tan absoluto
que no podría distinguir 
en mi mapa mental
ese lugar que nos cobijó y alimentó
              por tanto tiempo. 






**Deftones
*** Velvet Underground

*Fernanda Maciorowski, Fondo Editorial Provincial, 2012. Los poemas "ascensor: Radiohead" y "metal: Babasónicos" fueron publicados en el fanzine de poesía Jinete 4. 

10 feb 2019

Horla City*

Una canción que no recordás


Acelerás despacio,
el aire en la cara te reconforta.
A tu derecha, una heladera de coca cola
ilumina la estación de servicio.
Un colectivo, amarillo, 
cruza lentamente la calle.
En la radio, los Beatles
una cucaracha flotaba en el café
cuando vaciaste la cafetera. 
Doblás y tomás por una calle oscura,
el empedrado te sacude un poco
y el ruido liso que te acompañaba
es ahora un leve repiqueteo.
¿Qué es lo que hace
que una vida funcione y avance?
Alguien, unos metros delante tuyo
hace señas para que te detengas. 



F. C.  divaga sobre un trastorno

Marcel, prestame tu resaltador
quiero que quedemos fosforescentes
en las páginas de aquel verano:

Pies descalzos sobre la vereda
y las cosas quietas en la felicidad de su condición.

Pero lo que no avanza retrocede.
Donde estaba la peluquería
pusieron una casa de quiniela
para volver a poner ahora
una peluquería, Marcel.

Me mojo el dedo con saliva
y levanto las cenizas que quedaron:
El tano Fuzzaro haciendo willie con la moto,
la chica que una tarde me inclinó la cancha
y la voz de Roli, el stalker de Boedo. 




Porque ya no compone para seres humanos.
Porque alegra la vida de mi tío
que sigue obsesionado con los Bárbaros.
Por sus pantalones ridículos,
por el oxígeno, contra la estupidez,
porque su cerebro se encierra
en una melodía inexplicable.
Nos ponemos de pie. 


El spleen de Boedo

Sé lo que hicimos el verano pasado
cuando el heladero cruzaba las calles
bajo el desierto spleen de Boedo.
Y abombado por el calor, 
dormía en el garage,
el perro siberiano de los Scardanelli. 
El verano pasado: pisado. 
Los cigarrillos doblados, olor,
Como una resistencia eléctrica
cuyos filamentos se apagan lentamente
la tarde roja vira al negro
y empieza la percusión de los postigos
tocados por el viento.
Bajo los látigos de agua, las plantas.
En las ventanas, los mosquiteros. 
Las cortinas hechas con largas tiras de plástico, 
bailan en las puertas de las cocinas. 
Y se encienden los espirales en las mesitas de luz. 


Ensayo bonsai: 
La media hora de Elvis Presley

de noche. Los transmitían en directo desde Las
Vegas. A mi mamá le encantaba Presley. Así que 
ahí estábamos, sentados en los sillones o
despatarrados sobre cama matrimonial. El 
famoso Presley era un gordo enfundado en un
traje de torero. Lento se movía en blanco y negro. 
Mi vieja tarareaba las canciones. Hasta que se
cortó la luz. Hubo un corte grande aquella vez,
casi media ciudad. ¿Se acuerdan? Cuando volvió
la luz, el concierto había terminado. Mamá se
fastidió y me preparó una palangana para que me 
lavara los pies. Al otro día, los chicos del barrio
hablaban de La Media Hora de Elvis Presley.  Eso
recuerdo, eso me encantó. Que alguien
determinara que lo que sucedió aquella noche
fuera La Media Hora de Elvis Presley. 
El lenguaje tiene que haber surgido así. 






*Fabián Casas, poemas extraídos de "Horla City y otros. Toda la poesía 1990-2010". emecé cruz del sur. 2010. 

9 feb 2019

Irlandeses detrás de un gato*

"En el patio la Morsa se paseaba frenéticamente, persiguiendo la persecución, exigiendo una parte en la invisible ceremonia, pero cada movimiento sospechoso resultaba pertenecer a un juego inofensivo que, cuando se paraba a preguntar, se le aferraba en forma de otras preguntas inocentes, dirigidas en debida y respetuosa forma a un superior y adulto, robándole tiempo y atención, embotando su iniciativa y de ese modo impidiéndole ubicar la zona donde verdaderamente transcurría el mal. En eso también la comunidad era astuta, su población civil distraía al enemigo o al intruso. Y así la Morsa no descubrió nada y supo que no iba a descubrir nada a menos que mentalmente pudiera identificar al jefe, pero apenas pensó en Carmody lo vio a cuatro pasos de distancia, cambiando el Pez Torpedo por Bernabé Ferreyra, y en seguida vio a Mulligan junto a la pared midiendo con la palma chata sobre el suelo las chapitas de la arrimada. Así que maldijo en voz baja, sabiendo que debía esperar casi una hora antes de tocar la campana para el rosario, y volvió a maldecir contra la luz fangosa del patio e incluso contra esas viejas piadosas y amarretas de la caritativa Sociedad de San José. Fue entonces cuando en el centro del patio estalló una falsa gresca, y al amparo de esa conmoción Dolan y sus secuaces de derramaron por la escalera posterior de la derecha, mientras Murtagh y los suyos iban por la izquierda seguidos por la armónica que alternaba el fino sentimiento de "Mother Machree" con el denuedo de "Wear on the Green"."







"la armónica que alternaba el fino sentimiento de "Mother Machree" con el denuedo de "Wear on the Green"."

*Rodolfo Walsh, 1965. 

3 feb 2019

Cuerpos de Humo*

(X)
aquí la pasión es un duelo misterioso:/ nadie en estas camas distingue/ si el que canta es barry white o rubén rada.

(X)
sostener/ con una mano el pecho a la vela/ con la otra los ojos cayendo/de azules al piso/ la vista abrir como el pecho/ a la luz/mortecina de la tarde/ somos canción triste de bowie/ me pides viento/ salvaje viento para llevarte los ojos cansados de mí/ hilván de cuerpo cosido al cuerpo/ así veo/ no es el espejo/ es flema subiendo al pensamiento/ una mano al pecho/ la otra aferrada/ cayendo en azules/ ¿acaso pedías para no tener?/ ¿conocías arena deslizándose?

(X)
la imagen de la virgen esa tristeza de armario/ la ruta se cierra en tormenta y el cuerpo se deshace en el espejo retrovisor:/ la carretera que pasa bajo granizo/ el camino que viene enquistado en viento/ en la radio zitarrosa canta con mi padre:/ "no hay dolor más atroz que ser feliz".


"nadie en estas camas distingue/ si el que canta es barry white o rubén rada."

"me pides viento/ salvaje viento para llevarte los ojos cansados de mí/"

"en la radio zitarrosa canta con mi padre"



*Andrés Cursaro, ed. Epacio Hudson, 2017

1 ene 2019

Poemas de Charles Simic*

NUESTRO ANCESTRO ANGÉLICO
   Rimbaud debería haber viajado a los Estados Unidos, no al Lago Chad. Hoy tendría cien años y estaría husmeando en un negocio de baratijas. ¿No decía que le gustaban los cuadros tontos, los letreros, los grabados populares, los libros eróticos con faltas de ortografía, las novelas de nuestras abuelas?
   Arthut, pobre niño, habrías caminado por la calle 14 y escrito muchas "Illuminations".
   Poesía: tres zapatos que no se corresponden a la entrada de un callejón oscuro.


EL VIEJO ME DIJO
   Antes aquí había un cine. Pasaba películas mudas. Era como mirar el mundo con gafas negras una tarde de lluvia.
   Cierta noche, misteriosamente, el pianista desapareció. Nos quedamos solos con un mar tempestuoso que no hacía ningún ruido, y una mujer hermosa en una larga playa vacía, cuyas lágrimas rodaban en silencio por sus mejillas al ver cómo yo me quedaba dormido en los brazos de mi mamá.

LA LUNA, AYUDANTE DE LA MAGA
   Cuando se levanta el telón, vemos un bosque de altos árboles fantásticos. Es de noche. Hay una luna semioculta por las nubes. Una bruma azul se esparce entre los árboles. El bosque es un lugar donde vive todo lo que el corazón desea y teme.
   "Azul es el color de tu pelo amarillo", dijo Schwitters. Caminaba por un bosque cerca de Hanover cuando halló esa locomotora de juguete partida al medio y que después usó en uno de sus collages.
   La belleza tiene que ver con algo improbable que se vuelve real de improviso. La gran bailarina, Emma Livry, una protegida de Taglioni, por ejemplo, murió arrasada por las llamas mientras bailaba haciendo de mariposa de noche.


TOTEMISMO
   En cada uno de nosotros existen cuartos secretos. Esos cuartos están saturados de cosas, no hay luz. En una cama, alguien yace con el rostro vuelto a la pared. En su cabeza, hay más cuartos. En uno, las persianas se agitan con la tempestad estival que se avecina. Cada tanto, un objeto se materializa sobre la mesa: un compás roto, un guijarro del color de la medianoche, una ampliación de una foto escolar con un rostro enmarcado un por un círculo, un reloj a resorte -cada uno de esos objetos es un tótem del ser-.
   El arte siempre habla de la añoranza del Uno por el Otro. Huérfanos que somos, nos hermanamos con lo primero que surge. La tarea del arte es transformar, lenta, penosamente, el Uno en el Otro.






*Charles Simic nació en Yugoslavia en 1938. Llegó  a Estados Unidos a los 11 años. Poeta y traductor, es autor de numerosos libros entre los que se encuentran Blues interminables, Pronóstico del tiempo para Utopía, Desmantelando el silencio y   Totemismo y otros poemas (sobre el arte de Joseph Cornell), del que se extrajeron los poemas aquí publicados. 

distante,sur




(1)
el rotwailer fofo del vecino
escarba la greda
y por fin
da con el hueso
si el hueso fue suyo
o no
nunca lo sabrá
una voluntad
innombrable
lo impulsa
recuerda lo que hubo
entonces no hay asco
el presente se huele
se lame se mastica
como si fuera antes
el hombre que mira
hacer al perro
nada se pregunta
tampoco
más allá
del húmedo sabor
de la tierra agusanada
ni siquiera repara
en las huellas de otros dientes
que bien pudieron
ser los suyos
nada se pregunta
tampoco el hombre
entre tanta descomposición
no hay
no parece
no debiera
haber razones para ejercer la memoria
pero el perro sigue ahí
y el hueso y el pozo abandonado
por el hueso y el tajante tironeo
de la memoria sigue ahí
todavía el perro
mastica un aire a carne
antes adherida al hueso
viva primero muerta después
no queda otra
dice el hombre que mira
hacer al perro
cuando un cuerpo ha vivido
primero
muerto después
no queda otra más que inventar
la sangre los nervios el aliento
en medio de la podredumbre
y hacer alimento de la memoria



 (2)
el sol es una mosca
sobre los párpados
del hombre
en el patio
tiende la ropa
le llama la atención
siempre
el damasco
creciendo con esmero
y algo de jactancia
erecto en el centro
de la greda
greda es una palabra
que aprendió acá
los bichos
lo rondan
el viento
lo atropella
le enreda estropajos
ajenos
en el Sur aprendió
también
a mirar la tierra
y el viento sobre la tierra
y las hojas y los trastos
que el viento arrastra sobre la tierra
y aprendió para mirar así
a entornar los ojos
como viendo venir un golpe
que sin embargo nunca llega
suspensión del impacto
¿amó algo el hombre
en el sur?
¿el sol un damasco escuálido
las moscas tontas moscas
volando contra el viento
en torno a la dulce promesa
de posarse por fin
en una vida mejor?
amar lo que se dice amar
¿amó? ¿se lo pregunta
el hombre?
la ropa del hombre cuelga
cadáveres goteando
sus jugos finales
recuerdos que la memoria pone a secar
la zumbadora tarde
aquella
en que niño asustado por el desarraigo
escuchaba por vez primera
la palabra ripio
y la palabra álamo
y la palabra futuro
en la triste
vulnerable
líquida
voz
de su madre

  

(3)
cuando
se pudre la tarde
y sus jugos
humedecen
los ojos de la noche
el hombre
enciende una hornalla
al mínimo
y sobre ella pone
una olla con agua
y huesos
de su modorra
salen los perros
del hombre
no molesta
al hombre
el denso olor
de cartílago hervido
la endeble mirada
de los lamparones
de grasa flotando en el agua
mientras se desprende
esmerilada por las burbujas
la carne del hueso
el hombre aprovecha
y putea
sin una motivación evidente
siquiera sospechada
a los perros
que se agolpan
tarasconeándose
en torno a la cocina
¿putea el hombre
a los perros
cuando putea?
la palabra perros
¿qué vapores
agrios señala
en el recuerdo
del hombre?
¿la casa materna
abandonada a rebencazos?
¿los escuetos
ladridos paternos?
¿sus amores perdidos?
¿su sacrificio ignorado?
¿su templanza confundida
con indiferencia?
¿el sexo austero
casi pobre?
flotan endebles
sobre un agua marrón
que lenta se enfría
ya sin fuego
los huesos
entre filamentos
de carne
masticarán al fin
los perros del hombre
cada uno su porción
ahora el hombre
abre una ventana
para que la noche
se trague la bruma grasienta
que ha estado puteando
y así todos los días
en que el hombre
alimenta
a sus animales



(4)
varado en una tarde
sin referencias
el hombre fuma
su cigarrillo diario
el sur tiene tardes así
todo es gris
un gris refulgente
brilla esta tarde
en la brasa del pucho
está varado
el viento
socava
la tierra que sostiene
la casa
¿da eso al hombre
la impresión
de movimiento?
está varado
repite
cada pitada
las acerca paciente
el fuego a su lengua
fría semidormida
una tras otra
la repetición es una
de las formas de la quietud
no hay referencias
señales que seguir
la memoria  hace nudos
en la boca del hombre
paladea el hombre
el humo
sin  recuerdos
¿se marea el hombre
en el vértigo de mirar
lo hondo?
una bocanada caliente
anudando la lengua
el hombre fuma
como recuerda
el odio sin canallas
el terror sin monstruos
el amor sin tacto
la guerra sin sonidos
el abrazo sin cuerpos
el acto de la memoria
sin recuerdos
¿también los colores
le dan la espalda
a los ojos del hombre?
¿o es el humo que cubre
el ambiente?
las líneas los ángulos
retroceden como si el mundo
contuviera el aliento
ahí la tarde como un puñal
en la mano ¿de quién?
ahí el hombre varado
sin poder encontrar
una palabra que justifique
esta gris  pero brillante
necesidad de llanto



(5)
lentas
se hunden las piedras
que son arrojadas
al barro
piensa
el hombre
aun acelerado el aliento
junto a un eventual cuerpo
de mujer
petrificados desnudos
sumergiéndose
en la viscosa oscuridad
del cuarto 
el hombre
y la mujer callan
no hay distancia
significativa entre
la piedra involuntaria
y el hombre
es inútil
contradecir su propio peso
de respuesta sin pregunta
¿lo sabe el hombre ahora
mientras se levanta
camina unos pasos
y baldea con luz
la noche ?
unas  cucarachas
buscan los rincones de la habitación
también los ojos
del hombre
ante el cuerpo
eventual


(6)
sentado
en un banquito
a la sombra de un paraíso
en el patio de tierra
está
el abuelo
del  hombre
vieja la sombra del paraíso
la tierra del patio de su infancia
la madera del banquito
la cara del viejo
la foto
el hombre mira la foto
ojos en remolinos
sobre la lisa superficie
de la foto
poco se acuerda
del tipo de la foto
nada diría si hablara
con alguien
poco lo que contaron de él
lo que se dice de un muerto
sin erosionar su memoria
trabajo sacrificio dureza
el abandono
en su acepción más común
pero un hombre
que mira con recelo
sabe huir de las acepciones comunes
la convicción del silencio
cocida a fuego lento
impide al hombre preguntar
entonces vira el viento
de su soledad
y el hombre imagina
al abuelo humedeciendo
de ternuras las secas mesetas
de los almuerzos
lo ve entonar
alcoholes risueños en noches de calor
sentado en un banquito
tejiendo una trenza de cuero
como en la foto
al galope de palabras
de consuelo
pero la sonrisa del hombre
hace crujir la cara
como cruje la memoria
cruzada por el latigazo
de la rama pelada de paraíso
arma predilecta
para indicar el modo
el ritmo la intensidad
de las tareas del hombre
cuando ni siquiera sabía
el significado más usual
de la palabra hombre
y entonces la foto
ahora la foto
entre dedos
que la manchan
con la huellas digitales
esta foto
donde un tipo sentado
a la sombra de un árbol
drenó en las riberas
de su infancia
la inutilidad de la palabra
la vergüenza de la paz
la soberbia de la soledad
la pasión por el terror
ciertos veranos
felices




(7)
la última lluvia
del verano cayó en otoño
hay cosas tardías que llegan
en el momento justo pensó
el hombre
y pensó el hombre
en la ausencia
no en retiradas particulares
ni en huidas más o menos
memorables
más bien en la ausencia
como modo de rodearse
en la mirada perpleja
del lado fijo de toda despedida
pensó el hombre
ese punto de vista a partir
del cual se mide el espacio
es inesperada pero previsible
esta tormenta veraniega
el hombre piensa
la tormenta mal
no le viene al escuálido damasco
cuyo tallo ató cuando apenas nacía
a un palo de escoba con cinta de seguridad
para aferrarlo a algo
aunque más no sea un simple
palo de escoba  piensa el hombre
que amaga a levantarse y mirar
por la ventana que da al patio
que hace rato explora solo
con la memoria más inmediata
damasco abandonado centro
atormentado de una periferia
damasco plantado en el medio de la greda
la vida como greda la greda
palabra seca exprimiendo
jugos subterráneos para combatir
los dientes del viento
el hombre no extraña
tal vez no sepa extrañar
pero teme por el damasco
apenas y demasiado arraigado
apenas protegido
¿abandonado? pregunta el hombre
en voz alta y es el único sonido
además de la lluvia


(8)
el hombre añora
desde una ripiosa
calle del sur
los trenes
no los trenes exactamente
sino él
viajando
en trenes
el traqueteo de clase turista
del acero y la madera
el color como de encierro
de los vagones iluminados
cuando la noche
enturbia el horizonte
con el rostro del hombre
y el hombre
entonces apenas hombre
duda
sentarse para ver llegar
el paisaje o diluirlo
en la mirada
de hombre el hombre
aprendió a dejar ir
de sí todo lo que sea
que se llame mundo
como entonces los campos
y terraplenes los maizales
que el patrón le roba al fisco
a la vera de la vía
acá no hay trenes
dicen que antes si
las vías muertas
recorren kilómetros
por la pampa
ya sin durmientes
solo el hombre sabe
lo que hubiese dado
porque el viaje
no terminara nunca
pasarse de la estación
irse
no volver
despellejar viva
la moral
al honor
mearlo en el baño
del tren y que vaya
goteando sobre piedras
y quebrachos
irse
el hombre tiene un tren
en la respiración
está grande
fuma
poco pero fuma
y desde una sorda calle del sur
añora
poco
pero añora



(9)
uno se hace grande
se le van coagulando los ojos
la mirada se hace rancia
el torpe niño sobre cuya frente
atardecieron los besos
de una fresca bailarina
de las sombras domésticas
tuvo vergüenza
ciertos miedos rencores abandonos
tiene ahora el hombre que te mira
hay tormentas de mar
las ves desde la costa
azules oscuros nubarrones
vuelcan sus aguas
sobre el agua
supongo
que eso es volverse viejo: poder
distinguir si un nubarrón
trae sus aguas
o no pero
anunciar la lluvia
de todos modos
y hablar
con un hijo
para decirle
aquello que de todos modos
aprenderá
el hombre calla
distante
sur
el hijo leerá silencio
donde el hombre redundancia
estar acá
es un malentendido
aunque todos crean
lo contrario


(10)
el polvo cubre las cosas
de la casa
el hombre
putea porque
pasa el trapo y al rato
es como si nada pasara
y también putea el hombre
por la indecorosa forma
en que cruje la arenilla
cuando camina por la casa
una verdadera nota al pie
de su errancia doméstica
¿qué hace acá? ¿a qué vino?
y cuando se apronta
el hombre a bocetar
una respuesta
ocupar el espacio
espinas
le nacen en la lengua
como esas que crecen en el campo
y de las cuales desconoce su nombre
lo demás es sabido
balbucea el hombre
una sangre y un silencio
y  se la pasa limpiando
un lugar vacío


(11)
el hombre usa palabras que no entiende
la articulación del desarraigo
palabras
que le desgarran la voz
una vorágine de yagas para su lengua madre
y entonces las suyas
para las que no encuentra
referentes inmediatos ni de los otros
las suyas
crujen como arenilla
bajo el idioma local
o se entierran en la greda
de la experiencia autóctona
como semillas
con suerte
como cadáveres
y no es que enmudezca el hombre
es que enmudece



(12)
el hombre
entrega su cuerpo
al remanso de los años
la presión de los músculos
reduce su ímpetu
un manojo de electricidad
vibra en las coyunturas
el hombre
entrega su cuerpo
al remanso de los años
ya es un viejo distante
cuyos estertores
tienen la forma de una carcajada
y se emociona fácil
recientemente descubrió
ternuras para las que
su piel ya está demasiado muerta
y aunque respira don dificultad
sigue fumando
y entonces
su color no es el suyo
su olor no es el suyo
de modo que podría decirse
que quien envejece
es el andrajoso cuerpo
de alguien que ya debería
estar enterrado o al menos
descansando
en paz está por verse
lo cierto
es que el hombre
entrega su cuerpo
al remanso de los años
y no hay tiempo para regresos
  

(13)
se pregunta el hombre
qué es en el recuero de otros
qué forma tiene su cuerpo
su voz su distancia
¿nebulosa presencia
manchón sobre un mapa
un decálogo enmarcado
con la firma de Su Santidad?
cómo lo recordará esa mujer
a la que le endilgó sus hijos
y la crianza de sus hijos
y el abandono de sus hijos
¿habrá estado presente
en la respiración final de su padre?
el hombre se pregunta
en qué conversaciones fértiles
para esconder y mostrar cartas
será diseminado su juego
quién creerá en él
para quién será odio
para quién alivio
será en sus hijos
qué
¿se acordará alguien
por qué vino al Sur?
y entonces tiembla
desde el centro hasta sus límites
el hombre tiembla
como tiembla el mar
penetrado por la piedra
tiembla
porque si todos
recuerdan como él
todos
olvidan

(14)
una sirena es parida por la noche
en la imaginación del hombre
aparecen las calles vacías
brillantes de heladas
y la quietud que el hielo
imprime en las cosas
aparece también la completa extensión del pueblo
sus esquinas más concurridas
y la ruta de salida
por la que alguna vez llegó
no hay demasiadas hipótesis
para asomar por la ventana
tampoco lo haría a esta hora 
de la madrugada a esta altura
del invierno 
un sobresalto basta
un despertar brusco que conecta
una sirena rebotando en la noche
y su imagen del lugar 
al que vino a parar
se decía entonces como castigo
la noche ha parido una sirena
y el hombre quisiera abrazar al hijo
sin que lo mire
como a una patrulla
sin pedirle documentos
antecedentes domicilio legal
sin encandilar sus ojos
pero esta noche
no hay rescate ni sobrevivientes
solo una sirena haciendo eco
sobre la noche esférica
solo el cuerpo de un hombre
que puja las palabras
para nombrar zonas oscuras
adonde no llega
el orden público
una sirena es parida por la noche
y el hombre extraña a su hijo
piensa en refugios ante el frío
en sus perros durmiendo a los pies de la cama
en las habitaciones vacías
en  los niños ajenos
jugando ayer por la tarde
al ladrón y al policía

(15)
el hombre entra del patio
sus perros ladraban desaforados
algo ya pasó o habrá de pasar
el hombre llegó antes 
o demasiado tarde lo cierto
es que los perros ladran sobre un presente
que para el hombre es una presunción
de pasado o de futuro lo cierto
es que el presente del hombre
deviene pura fantasía
y entonces recuerda que
cuando el “Tuerto” murió
el hombre no fue al velorio
se voló la cabeza con una 45
“el Tuerto” 
El hombre
no fue al velorio
una noche durante la cena
golpearon la puerta
el hombre se paró y abrió
no había nadie
así
una vez más
y otra más
y otra
y otra
entonces el hombre salió afuera
cerró tras de sí la puerta
“déjate de hinchar las pelotas
que están los nenes, Tuerto,
mañana voy al cementerio”
un instante fue
su mujer y sus hijos
adentro
él allá
mano a mano
con el muerto
luego entró
y siguieron cenando
sin interrupciones
no se podría decir bien
quién era ese Tuerto
compañero de trabajo del hombre
tal vez
ni hijos ni mujer vieron nunca su cara
y si bien alguna vez le temieron
al hombre
no al Tuerto
alcanzaron, sin embargo
a despreciar
la brutalidad
con la que
según el hombre
les enseñó
entre muchas otras cosas
que tal vez a los muertos
no haya que permitirles
cualquier atropello
así que en vez de callar
dejó a los perros poniendo
límites