Soy Pablo Soto y "Párpados sicarios" es el blog en el que dejo registro de mis inquietudes en torno a la literatura, especialmente sobre la poesía. Podrán encontrar en las diferentes pestañas los temas de interés del blog. Allí podrán leer y comentar textos propios y de otros autores. También pueden seguir al blog en Facebook e Instagram como Parpadosicarios. En Facebook: https://www.facebook.com/parpadosicario En Instagram: @arpadosicario En Spotify: Párpados Sicarios Podcast

1 ene 2019

Poemas de Charles Simic*

NUESTRO ANCESTRO ANGÉLICO
   Rimbaud debería haber viajado a los Estados Unidos, no al Lago Chad. Hoy tendría cien años y estaría husmeando en un negocio de baratijas. ¿No decía que le gustaban los cuadros tontos, los letreros, los grabados populares, los libros eróticos con faltas de ortografía, las novelas de nuestras abuelas?
   Arthut, pobre niño, habrías caminado por la calle 14 y escrito muchas "Illuminations".
   Poesía: tres zapatos que no se corresponden a la entrada de un callejón oscuro.


EL VIEJO ME DIJO
   Antes aquí había un cine. Pasaba películas mudas. Era como mirar el mundo con gafas negras una tarde de lluvia.
   Cierta noche, misteriosamente, el pianista desapareció. Nos quedamos solos con un mar tempestuoso que no hacía ningún ruido, y una mujer hermosa en una larga playa vacía, cuyas lágrimas rodaban en silencio por sus mejillas al ver cómo yo me quedaba dormido en los brazos de mi mamá.

LA LUNA, AYUDANTE DE LA MAGA
   Cuando se levanta el telón, vemos un bosque de altos árboles fantásticos. Es de noche. Hay una luna semioculta por las nubes. Una bruma azul se esparce entre los árboles. El bosque es un lugar donde vive todo lo que el corazón desea y teme.
   "Azul es el color de tu pelo amarillo", dijo Schwitters. Caminaba por un bosque cerca de Hanover cuando halló esa locomotora de juguete partida al medio y que después usó en uno de sus collages.
   La belleza tiene que ver con algo improbable que se vuelve real de improviso. La gran bailarina, Emma Livry, una protegida de Taglioni, por ejemplo, murió arrasada por las llamas mientras bailaba haciendo de mariposa de noche.


TOTEMISMO
   En cada uno de nosotros existen cuartos secretos. Esos cuartos están saturados de cosas, no hay luz. En una cama, alguien yace con el rostro vuelto a la pared. En su cabeza, hay más cuartos. En uno, las persianas se agitan con la tempestad estival que se avecina. Cada tanto, un objeto se materializa sobre la mesa: un compás roto, un guijarro del color de la medianoche, una ampliación de una foto escolar con un rostro enmarcado un por un círculo, un reloj a resorte -cada uno de esos objetos es un tótem del ser-.
   El arte siempre habla de la añoranza del Uno por el Otro. Huérfanos que somos, nos hermanamos con lo primero que surge. La tarea del arte es transformar, lenta, penosamente, el Uno en el Otro.






*Charles Simic nació en Yugoslavia en 1938. Llegó  a Estados Unidos a los 11 años. Poeta y traductor, es autor de numerosos libros entre los que se encuentran Blues interminables, Pronóstico del tiempo para Utopía, Desmantelando el silencio y   Totemismo y otros poemas (sobre el arte de Joseph Cornell), del que se extrajeron los poemas aquí publicados. 

distante,sur




(1)
el rotwailer fofo del vecino
escarba la greda
y por fin
da con el hueso
si el hueso fue suyo
o no
nunca lo sabrá
una voluntad
innombrable
lo impulsa
recuerda lo que hubo
entonces no hay asco
el presente se huele
se lame se mastica
como si fuera antes
el hombre que mira
hacer al perro
nada se pregunta
tampoco
más allá
del húmedo sabor
de la tierra agusanada
ni siquiera repara
en las huellas de otros dientes
que bien pudieron
ser los suyos
nada se pregunta
tampoco el hombre
entre tanta descomposición
no hay
no parece
no debiera
haber razones para ejercer la memoria
pero el perro sigue ahí
y el hueso y el pozo abandonado
por el hueso y el tajante tironeo
de la memoria sigue ahí
todavía el perro
mastica un aire a carne
antes adherida al hueso
viva primero muerta después
no queda otra
dice el hombre que mira
hacer al perro
cuando un cuerpo ha vivido
primero
muerto después
no queda otra más que inventar
la sangre los nervios el aliento
en medio de la podredumbre
y hacer alimento de la memoria



 (2)
el sol es una mosca
sobre los párpados
del hombre
en el patio
tiende la ropa
le llama la atención
siempre
el damasco
creciendo con esmero
y algo de jactancia
erecto en el centro
de la greda
greda es una palabra
que aprendió acá
los bichos
lo rondan
el viento
lo atropella
le enreda estropajos
ajenos
en el Sur aprendió
también
a mirar la tierra
y el viento sobre la tierra
y las hojas y los trastos
que el viento arrastra sobre la tierra
y aprendió para mirar así
a entornar los ojos
como viendo venir un golpe
que sin embargo nunca llega
suspensión del impacto
¿amó algo el hombre
en el sur?
¿el sol un damasco escuálido
las moscas tontas moscas
volando contra el viento
en torno a la dulce promesa
de posarse por fin
en una vida mejor?
amar lo que se dice amar
¿amó? ¿se lo pregunta
el hombre?
la ropa del hombre cuelga
cadáveres goteando
sus jugos finales
recuerdos que la memoria pone a secar
la zumbadora tarde
aquella
en que niño asustado por el desarraigo
escuchaba por vez primera
la palabra ripio
y la palabra álamo
y la palabra futuro
en la triste
vulnerable
líquida
voz
de su madre

  

(3)
cuando
se pudre la tarde
y sus jugos
humedecen
los ojos de la noche
el hombre
enciende una hornalla
al mínimo
y sobre ella pone
una olla con agua
y huesos
de su modorra
salen los perros
del hombre
no molesta
al hombre
el denso olor
de cartílago hervido
la endeble mirada
de los lamparones
de grasa flotando en el agua
mientras se desprende
esmerilada por las burbujas
la carne del hueso
el hombre aprovecha
y putea
sin una motivación evidente
siquiera sospechada
a los perros
que se agolpan
tarasconeándose
en torno a la cocina
¿putea el hombre
a los perros
cuando putea?
la palabra perros
¿qué vapores
agrios señala
en el recuerdo
del hombre?
¿la casa materna
abandonada a rebencazos?
¿los escuetos
ladridos paternos?
¿sus amores perdidos?
¿su sacrificio ignorado?
¿su templanza confundida
con indiferencia?
¿el sexo austero
casi pobre?
flotan endebles
sobre un agua marrón
que lenta se enfría
ya sin fuego
los huesos
entre filamentos
de carne
masticarán al fin
los perros del hombre
cada uno su porción
ahora el hombre
abre una ventana
para que la noche
se trague la bruma grasienta
que ha estado puteando
y así todos los días
en que el hombre
alimenta
a sus animales



(4)
varado en una tarde
sin referencias
el hombre fuma
su cigarrillo diario
el sur tiene tardes así
todo es gris
un gris refulgente
brilla esta tarde
en la brasa del pucho
está varado
el viento
socava
la tierra que sostiene
la casa
¿da eso al hombre
la impresión
de movimiento?
está varado
repite
cada pitada
las acerca paciente
el fuego a su lengua
fría semidormida
una tras otra
la repetición es una
de las formas de la quietud
no hay referencias
señales que seguir
la memoria  hace nudos
en la boca del hombre
paladea el hombre
el humo
sin  recuerdos
¿se marea el hombre
en el vértigo de mirar
lo hondo?
una bocanada caliente
anudando la lengua
el hombre fuma
como recuerda
el odio sin canallas
el terror sin monstruos
el amor sin tacto
la guerra sin sonidos
el abrazo sin cuerpos
el acto de la memoria
sin recuerdos
¿también los colores
le dan la espalda
a los ojos del hombre?
¿o es el humo que cubre
el ambiente?
las líneas los ángulos
retroceden como si el mundo
contuviera el aliento
ahí la tarde como un puñal
en la mano ¿de quién?
ahí el hombre varado
sin poder encontrar
una palabra que justifique
esta gris  pero brillante
necesidad de llanto



(5)
lentas
se hunden las piedras
que son arrojadas
al barro
piensa
el hombre
aun acelerado el aliento
junto a un eventual cuerpo
de mujer
petrificados desnudos
sumergiéndose
en la viscosa oscuridad
del cuarto 
el hombre
y la mujer callan
no hay distancia
significativa entre
la piedra involuntaria
y el hombre
es inútil
contradecir su propio peso
de respuesta sin pregunta
¿lo sabe el hombre ahora
mientras se levanta
camina unos pasos
y baldea con luz
la noche ?
unas  cucarachas
buscan los rincones de la habitación
también los ojos
del hombre
ante el cuerpo
eventual


(6)
sentado
en un banquito
a la sombra de un paraíso
en el patio de tierra
está
el abuelo
del  hombre
vieja la sombra del paraíso
la tierra del patio de su infancia
la madera del banquito
la cara del viejo
la foto
el hombre mira la foto
ojos en remolinos
sobre la lisa superficie
de la foto
poco se acuerda
del tipo de la foto
nada diría si hablara
con alguien
poco lo que contaron de él
lo que se dice de un muerto
sin erosionar su memoria
trabajo sacrificio dureza
el abandono
en su acepción más común
pero un hombre
que mira con recelo
sabe huir de las acepciones comunes
la convicción del silencio
cocida a fuego lento
impide al hombre preguntar
entonces vira el viento
de su soledad
y el hombre imagina
al abuelo humedeciendo
de ternuras las secas mesetas
de los almuerzos
lo ve entonar
alcoholes risueños en noches de calor
sentado en un banquito
tejiendo una trenza de cuero
como en la foto
al galope de palabras
de consuelo
pero la sonrisa del hombre
hace crujir la cara
como cruje la memoria
cruzada por el latigazo
de la rama pelada de paraíso
arma predilecta
para indicar el modo
el ritmo la intensidad
de las tareas del hombre
cuando ni siquiera sabía
el significado más usual
de la palabra hombre
y entonces la foto
ahora la foto
entre dedos
que la manchan
con la huellas digitales
esta foto
donde un tipo sentado
a la sombra de un árbol
drenó en las riberas
de su infancia
la inutilidad de la palabra
la vergüenza de la paz
la soberbia de la soledad
la pasión por el terror
ciertos veranos
felices




(7)
la última lluvia
del verano cayó en otoño
hay cosas tardías que llegan
en el momento justo pensó
el hombre
y pensó el hombre
en la ausencia
no en retiradas particulares
ni en huidas más o menos
memorables
más bien en la ausencia
como modo de rodearse
en la mirada perpleja
del lado fijo de toda despedida
pensó el hombre
ese punto de vista a partir
del cual se mide el espacio
es inesperada pero previsible
esta tormenta veraniega
el hombre piensa
la tormenta mal
no le viene al escuálido damasco
cuyo tallo ató cuando apenas nacía
a un palo de escoba con cinta de seguridad
para aferrarlo a algo
aunque más no sea un simple
palo de escoba  piensa el hombre
que amaga a levantarse y mirar
por la ventana que da al patio
que hace rato explora solo
con la memoria más inmediata
damasco abandonado centro
atormentado de una periferia
damasco plantado en el medio de la greda
la vida como greda la greda
palabra seca exprimiendo
jugos subterráneos para combatir
los dientes del viento
el hombre no extraña
tal vez no sepa extrañar
pero teme por el damasco
apenas y demasiado arraigado
apenas protegido
¿abandonado? pregunta el hombre
en voz alta y es el único sonido
además de la lluvia


(8)
el hombre añora
desde una ripiosa
calle del sur
los trenes
no los trenes exactamente
sino él
viajando
en trenes
el traqueteo de clase turista
del acero y la madera
el color como de encierro
de los vagones iluminados
cuando la noche
enturbia el horizonte
con el rostro del hombre
y el hombre
entonces apenas hombre
duda
sentarse para ver llegar
el paisaje o diluirlo
en la mirada
de hombre el hombre
aprendió a dejar ir
de sí todo lo que sea
que se llame mundo
como entonces los campos
y terraplenes los maizales
que el patrón le roba al fisco
a la vera de la vía
acá no hay trenes
dicen que antes si
las vías muertas
recorren kilómetros
por la pampa
ya sin durmientes
solo el hombre sabe
lo que hubiese dado
porque el viaje
no terminara nunca
pasarse de la estación
irse
no volver
despellejar viva
la moral
al honor
mearlo en el baño
del tren y que vaya
goteando sobre piedras
y quebrachos
irse
el hombre tiene un tren
en la respiración
está grande
fuma
poco pero fuma
y desde una sorda calle del sur
añora
poco
pero añora



(9)
uno se hace grande
se le van coagulando los ojos
la mirada se hace rancia
el torpe niño sobre cuya frente
atardecieron los besos
de una fresca bailarina
de las sombras domésticas
tuvo vergüenza
ciertos miedos rencores abandonos
tiene ahora el hombre que te mira
hay tormentas de mar
las ves desde la costa
azules oscuros nubarrones
vuelcan sus aguas
sobre el agua
supongo
que eso es volverse viejo: poder
distinguir si un nubarrón
trae sus aguas
o no pero
anunciar la lluvia
de todos modos
y hablar
con un hijo
para decirle
aquello que de todos modos
aprenderá
el hombre calla
distante
sur
el hijo leerá silencio
donde el hombre redundancia
estar acá
es un malentendido
aunque todos crean
lo contrario


(10)
el polvo cubre las cosas
de la casa
el hombre
putea porque
pasa el trapo y al rato
es como si nada pasara
y también putea el hombre
por la indecorosa forma
en que cruje la arenilla
cuando camina por la casa
una verdadera nota al pie
de su errancia doméstica
¿qué hace acá? ¿a qué vino?
y cuando se apronta
el hombre a bocetar
una respuesta
ocupar el espacio
espinas
le nacen en la lengua
como esas que crecen en el campo
y de las cuales desconoce su nombre
lo demás es sabido
balbucea el hombre
una sangre y un silencio
y  se la pasa limpiando
un lugar vacío


(11)
el hombre usa palabras que no entiende
la articulación del desarraigo
palabras
que le desgarran la voz
una vorágine de yagas para su lengua madre
y entonces las suyas
para las que no encuentra
referentes inmediatos ni de los otros
las suyas
crujen como arenilla
bajo el idioma local
o se entierran en la greda
de la experiencia autóctona
como semillas
con suerte
como cadáveres
y no es que enmudezca el hombre
es que enmudece



(12)
el hombre
entrega su cuerpo
al remanso de los años
la presión de los músculos
reduce su ímpetu
un manojo de electricidad
vibra en las coyunturas
el hombre
entrega su cuerpo
al remanso de los años
ya es un viejo distante
cuyos estertores
tienen la forma de una carcajada
y se emociona fácil
recientemente descubrió
ternuras para las que
su piel ya está demasiado muerta
y aunque respira don dificultad
sigue fumando
y entonces
su color no es el suyo
su olor no es el suyo
de modo que podría decirse
que quien envejece
es el andrajoso cuerpo
de alguien que ya debería
estar enterrado o al menos
descansando
en paz está por verse
lo cierto
es que el hombre
entrega su cuerpo
al remanso de los años
y no hay tiempo para regresos
  

(13)
se pregunta el hombre
qué es en el recuero de otros
qué forma tiene su cuerpo
su voz su distancia
¿nebulosa presencia
manchón sobre un mapa
un decálogo enmarcado
con la firma de Su Santidad?
cómo lo recordará esa mujer
a la que le endilgó sus hijos
y la crianza de sus hijos
y el abandono de sus hijos
¿habrá estado presente
en la respiración final de su padre?
el hombre se pregunta
en qué conversaciones fértiles
para esconder y mostrar cartas
será diseminado su juego
quién creerá en él
para quién será odio
para quién alivio
será en sus hijos
qué
¿se acordará alguien
por qué vino al Sur?
y entonces tiembla
desde el centro hasta sus límites
el hombre tiembla
como tiembla el mar
penetrado por la piedra
tiembla
porque si todos
recuerdan como él
todos
olvidan

(14)
una sirena es parida por la noche
en la imaginación del hombre
aparecen las calles vacías
brillantes de heladas
y la quietud que el hielo
imprime en las cosas
aparece también la completa extensión del pueblo
sus esquinas más concurridas
y la ruta de salida
por la que alguna vez llegó
no hay demasiadas hipótesis
para asomar por la ventana
tampoco lo haría a esta hora 
de la madrugada a esta altura
del invierno 
un sobresalto basta
un despertar brusco que conecta
una sirena rebotando en la noche
y su imagen del lugar 
al que vino a parar
se decía entonces como castigo
la noche ha parido una sirena
y el hombre quisiera abrazar al hijo
sin que lo mire
como a una patrulla
sin pedirle documentos
antecedentes domicilio legal
sin encandilar sus ojos
pero esta noche
no hay rescate ni sobrevivientes
solo una sirena haciendo eco
sobre la noche esférica
solo el cuerpo de un hombre
que puja las palabras
para nombrar zonas oscuras
adonde no llega
el orden público
una sirena es parida por la noche
y el hombre extraña a su hijo
piensa en refugios ante el frío
en sus perros durmiendo a los pies de la cama
en las habitaciones vacías
en  los niños ajenos
jugando ayer por la tarde
al ladrón y al policía

(15)
el hombre entra del patio
sus perros ladraban desaforados
algo ya pasó o habrá de pasar
el hombre llegó antes 
o demasiado tarde lo cierto
es que los perros ladran sobre un presente
que para el hombre es una presunción
de pasado o de futuro lo cierto
es que el presente del hombre
deviene pura fantasía
y entonces recuerda que
cuando el “Tuerto” murió
el hombre no fue al velorio
se voló la cabeza con una 45
“el Tuerto” 
El hombre
no fue al velorio
una noche durante la cena
golpearon la puerta
el hombre se paró y abrió
no había nadie
así
una vez más
y otra más
y otra
y otra
entonces el hombre salió afuera
cerró tras de sí la puerta
“déjate de hinchar las pelotas
que están los nenes, Tuerto,
mañana voy al cementerio”
un instante fue
su mujer y sus hijos
adentro
él allá
mano a mano
con el muerto
luego entró
y siguieron cenando
sin interrupciones
no se podría decir bien
quién era ese Tuerto
compañero de trabajo del hombre
tal vez
ni hijos ni mujer vieron nunca su cara
y si bien alguna vez le temieron
al hombre
no al Tuerto
alcanzaron, sin embargo
a despreciar
la brutalidad
con la que
según el hombre
les enseñó
entre muchas otras cosas
que tal vez a los muertos
no haya que permitirles
cualquier atropello
así que en vez de callar
dejó a los perros poniendo
límites