Juan Manuel Inschauspe, Santa Fé, 1940-1991.
Hoy quiero compartir un poeta al que siempre vuelvo. El santafesino Juan Manuel Inchauspe. Sus poemas son como imanes, campos de atracción del lector y, sobre todo, del misterio del mundo. Cuando leemos sus poemas leemos la pregunta sobre el lenguaje como reflejo del mundo y, a la vez, leemos una realidad que siendo real es casi imperceptible. Los poemas de Inchauspe hacen perceptible, en su materia verbal una parte del mundo que el propio mundo escamotea. Como si los poemas materializaran un mundo que necesita del lenguaje para hacerse notar. Muchos poemas son producto de transformar en lenguaje el rumor de lo real. El poeta lucha con la palabra para traducir ese instante vital que late en la realidad y que es más que lo real. Por eso en sus poemas los paisajes no son impresiones sino límites que hay que atravesar para percibir realmente al mundo.Imagen del caracol
I
"Estar un poco con uno mismo"
dijiste
Sí, alejados del estruendo y las
inútiles utilidades
de cada día.
Sustraídos, por un momento
secreto y luminoso
a ese orden que siempre toma más de lo que da.
II
"Estar un poco con uno mismo" -dijiste.
Sí, lo sé, sustraídos a ese orden
que siempre toma más de lo que da
alejados por el estaño del estruendo
y las utilidades de cada día
a los momentos secretos luminosos.
A veces es necesario
un movimiento de repliegue
para ocupar
un lugar que siempre está vacío y descuidado.
3
De pronto todo se oscurece querida.
A plena luz.
Cuando la tarde permanece aún abierta y sin doblegar
todo se oscurece.
Nosotros que quisimos que el sol fuera nuestro alimento
somos a veces brutalmente arrancados de aquí
y empujados lejos
donde la frialdad crece contra la hiedra oscura y paciente.
Pensamientos sueltos
Lo que quiero decir
casi siempre me es escamoteado.
Lo que quiero decir, es decir
lo que nunca debiera torcer su dirección,
pero que siempre fatalmente
se retuerce y malogra.
Nunca tuve una buena relación
con las palabras y cuando ellas
me llegan ya casi no me sirven.
Solo a veces vislumbro la felicidad
de lo que debió haber sido.
Es cuando me abandono, callado y destruido,
al flujo suave de la tarde
sin más intención que la de mirar
el lento movimiento de las nubes
y dejarlas hacer.
Entonces percibo el rumor
sereno y silencioso.
Sentado en mi vieja reposera
miro el cielo vacío
y escucho lo que nunca escuché.
Pero lo escucho como si viniera de muy lejos
y no tuviera para mí
ni principio ni fin
y por eso mismo
nunca pudiera ser escamoteado.
5
No tenés nada más que palabras
y decir eso
y decir que eliminaste los límites
entre el tener y el no tener
es casi decir lo mismo.
Trabajás con nada.
Escribís sobre el vacío.
Frente a la rugosa realidad
tus herramientas se deshacen.
Asomado a una noche extraña
arrasada por los vientos
poblada de estrellas furiosas
que una vez dictaron a otros hombres
los nombres de fuego de Arturo
la Osa y el Centauro:
tu lengua sin cielo
tiembla
y se retuerce.
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