Soy Pablo Soto y "Párpados sicarios" es el blog en el que dejo registro de mis inquietudes en torno a la literatura, especialmente sobre la poesía. Podrán encontrar en las diferentes pestañas los temas de interés del blog. Allí podrán leer y comentar textos propios y de otros autores. También pueden seguir al blog en Facebook e Instagram como Parpadosicarios. En Facebook: https://www.facebook.com/parpadosicario En Instagram: @arpadosicario En Spotify: Párpados Sicarios Podcast

31 may 2021

Larkin y Los piojos: el milagro del agua.


Agua - Agua

Si me invitaran
a crear una religión
haría uso del agua.
Ir a la iglesia
implicaría cruzar un vado
hasta unas ropas secas, distintas;
mi liturgia utilizaría
imágenes de inmersión,
un furioso y devoto empapamiento,
y yo levantaría hacia el este
un vaso de agua
donde la luz en cualquier ángulo
se congregara hasta el infinito.




Poema: Philip Larkin
Canción: Martinez / Rodriguez / Buira / Fernandez / Kupinski

Alejandro y Charly: balada contra la desaparición del cosmos.


Suenan campanas en el cosmos - Los dinosaurios



Adónde estarán los desaparecidos
En una estrella
¿Es roja?
¿una caña en el río
un fusil
o la medusa de la patria?
La mano que escribió
para aparecerles
¿Desaparece
del orden de apariencias?
¿Invisibiliza o imbeciliza?
Aparición con vida.
Las apariciones aluden
a seres sobrenaturales
fantásticos
¿A otra cosa?
Alguien abre una puerta
por ejemplo
y aparece
o estamos sentados en un sueño y
aparece
o estás despierto en la memoria y
aparece
La Historia
¿es una aparición de la especie
o sólo
donde
desaparece
la especie?
La memoria
¿tiene mesas y camas?
allí estamos
nosotros
¿nosotros?
o una parte
la partecita de la muerte y la pena
de los recuerdos
nuestros
de ellos
¿a qué nos referimos
a la sangre
al esqueleto
al caparazón ideal?
como diciendo
𝘭𝘢 𝘴𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦 𝘥𝘦𝘳𝘳𝘢𝘮𝘢𝘥𝘢 𝘦𝘴
𝘢𝘭 𝘦𝘴𝘲𝘶𝘦𝘭𝘦𝘵𝘰 𝘪𝘥𝘦𝘢𝘭 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘩𝘪𝘴𝘵𝘰𝘳𝘪𝘢
𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘢 𝘮𝘦𝘮𝘰𝘳𝘪𝘢 𝘦𝘴
𝘢 𝘭𝘢 𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥
espejos es la memoria
la gente en las plazas
de allí brota
su sed de justicia
o de las palomas
o de los placeros
no
de los edificios
del estado
de sus postales
sus cerraduras
¿no?
Aparición con vida
sobrenatural
preternatural
ni muertos
ni nacidos
más allá de lo humano
lo demasiado humano
y el tiempo
qué hace
haría
qué hizo
además
los llevaba de aquí para allá
creo
o no había espacio
y llovían
banderas, estandartes, folletos
anuncios, anuarios
organizaciones
caía el tiempo
como margaritas
mascarita.
No están
en el espacio.
¿Adónde asomarán?
¿Tiene países la memoria
leyes?
¿Se sientan los superiores de la memoria
en edificios neoclásicos
y levantan la mano
hasta las 30.000 estrellas rojas
y tocan timbre?
(entonces
¿suenan campanas en el cosmos?)
Ya van apareciendo
de a uno
en grupos
casitas
colegios
salas de maternidad
campos fabriles
sótanos
bares
se encuentran con amigos del barrio
en asados
departamentitos
donde brilla el terror
el azor
de ese amor
¿Uno por uno
hasta que no quede ninguno?
¿Qué harán con ellos
cuando aparezcan de la mano y nos miren
tan frescos de eternidad
tan justos y sabios?
Tan jóvenes de no-tiempo.
¿Mostrarles las heridas del reclamo
los gritos del testimonio
nostalgias
fotos en los diarios
los sellos de las organizaciones
sus becas y viajes
o nada?
preguntas
cómo eran los monumentos del duelo imposible
los abrazos del aire
la mezcla de los huesos
la boca de los peces
o si su lote del planeta era
semejante al nuestro
su comida
¿su paz?
¿Si estaban juntos
si temblaban
cuando la patria...
𝘤𝘰𝘯 𝘷𝘪𝘥𝘢 𝘭𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘦𝘳𝘦𝘮𝘰𝘴?
...Porque esta patria
estos patriotas
tan confusa y cansada
...tan de comprar y vender
este borde del mundo
este angulito...
Patria
¿Querrán aparecer?



Poema: Alejandro Schimdt
Canción: Charly García.

Michaux y Gieco: el lenguaje galopa sobre el cadáver de un animal.

 

La muerte de un caballo - Todos los caballos blancos


𝘏𝘢𝘤𝘪𝘦𝘯𝘥𝘢 𝘎𝘶𝘢𝘥𝘢𝘭𝘶𝘱𝘦, 𝘤𝘦𝘳𝘤𝘢 𝘥𝘦 𝘗𝘦𝘭𝘪𝘭𝘦𝘰, 𝘈𝘮𝘣𝘢𝘵𝘰, 6 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘮𝘢ñ𝘢𝘯𝘢 11 𝘥𝘦 𝘑𝘶𝘭𝘪𝘰



Apenas acabábamos de salir
De repente murió
Quiso saltar
Y murió.
Yo iba delante
No puede ver nada
Después Gustavo me alcanzó.
“¿Y tu caballo?”, le dije sorprendido.
“Pues –me explica- quiso saltar
Y de repente murió
Sólo tuve tiempo para desmontar.”
¡Ah!…
Sin embargo, estábamos apurados; nos esperaban en la posta.
Hay que galopar, llegamos, ahí está el camión.
Hay que volver a salir de inmediato.
Gustavo se siente mal. No fue su culpa.
El caballo primero tembló. Y en seguida cayó.
Nos sentábamos en la parte trasera, las piernas colgando, afuera
El camino va tomando altura.
“Vea esa mancha, es él:
Murió en el cruce de los dos caminos.”
El camino va tomando altura.
Sin embargo, una gran nube desciende hacia el valle,
Desciende, ya está debajo nuestro,
De inmediato se pone a trabajar con tacto,
Pero grandiosamente,
Sepulta el caballo muerto,
Bajo hectáreas de blancura, a lo largo y a lo ancho
Y con él a todos los caballos aún vivos,
Los potros, las vacas y las ovejas de todas las razas
Y la hacienda incluyendo sus baños y su reserva de aguardiente.
Cruzamos un paso,
Nos alejamos cada vez más,
Por allá, del otro lado, murió el caballo.
Gustavo no sabe si murió con los ojos abiertos o cerrados
Entreabiertos, cree.
Tercera parada, hay que seguir apurándose, el tren va a partir.
Entonces Gustavo dice… 𝘶𝘯 𝘨𝘳𝘢𝘯 𝘤𝘢𝘣𝘢𝘭𝘭𝘪𝘵𝘰, y eso es todo.
(Lo que significa a la vez un caballo de raza, un caballito
            extraordinariamente bueno y el afecto que le tenía.)
Eso está bien y mucho más, piensan todos. Pero ¿cómo
                        expresarse adecuadamente sobre un caballo?
Caballo de color trigo, con el penacho de leche y de
                                                                          viento,
Caballo siempre intranquilo, con la cabeza obstinada en
                                                               perpetua negación,
En protestas, en rechazos a obedecer, reiterados-a-pesar-
                                                                                de-todo,
En intenciones violentas siempre cercanas, no disimuladas-
                                                                            por - obvias,
Activamente al acecho del misterio del aire,
Con la cabeza nadando en el aire demasiado leve para
                                                                        sostenerlo,
Constantemente traicionado por él, siempre nadando.
Con un aspecto valeroso tan conmovedor y tan inútil.
Tú al que incluso los demás caballos
Sólo se acercaban con cierta apostura.
Un gran caballito, eso era, y murió.”



Poema: Henri Michaux
Canción: León Gieco.

Cirse y Memphis: blues para la lluvia.



Los versos de la lluvia - Alma bajo la lluvia.


I
Con un viento de lluvia
que vuela en rachas
que cae sobre el río
picando el agua
vamos volando:
la risa se nos moja
la cara, el canto.
Por las hojas brillantes
y sacudidas
por las ramas que quedan
negras y frías
voy resbalando.
Con el ala del agua
vamos volando.

II
Tiene el ruido de lluvia
tanta alegría
tanto blanco entusiasmo
de risa limpia
que nos levanta:
una tierra sedienta
parece el alma.

III
Y después, queda el monte
mojado.
Gotean
las hojas
y hay gotas colgando en el
aire frío
que muestran un mundo
brillante
diminuto y nítido:
una ventana
que da hacia un universo
de luz y agua.

IV
De las altas capas del aire
el granizo baja cantando.
Cantan en sílabas frías y duras
la feroz alegría del agua
sobre verdes sembrados.
No te quiere el granizo,
hombre dormido.
Arroja piedras crueles
rompe tu sueño
alza tus párpados.
No te quiere el granizo,
vida del suelo
ramita niña, gajito verde
polen liviano.

V
Y por los troncos negros y
por los gajos vámonos
vámonos con el agua,
y abajo, abajo, a la
humedad oscura
de raíces y piedras
enterradas.
Siente subir de abajo un
ansia silenciosa:
alma de tierra y polvo
sediento se despierta
sube el ruido del agua
y asciende por los troncos,
hacia arriba, las hojas
las finas nervaduras...
Alma de tierra y polvo
sedienta sube y tiembla
se estremece y se estira
hacia el viento de lluvia.



Poema: Cirse Maia
Canción: Otero-Beiserman (Memphis La Blusera)

Inchauspe y Divididos: la noche eterna de las preguntas sin respuesta.



Insomnio - Insomnio


Un hombre solo camina por los bordes de su propia noche. Va y viene con una vieja pregunta por los andurriales de su condición.
El amanecer está todavía lejos pero la sangre y los pasos resuenan en su cabeza despierta, en su cuerpo acabado. Resuenan en la calle vacía de un callejón sin salida.
Sus hijos y su mujer duermen. Mañana será otro día igual y no dirán nada.
¿Conoce o no, este hombre, el punto donde todos los caminos se separan? ¿Conoce o no los fantasmas de la desesperación, el momento en que toda su vida, como única respuesta, sueña con ser una gran piedra arrojada contra la noche absurda?



Poema: Juan Manuel Inchauspe.
Canción: Divididos.

Nazim y Jaime: sobre la muerte antes de la muerte.



Otra vez cerca de la muerte -  Si me voy antes que vos


¡Esposa mía,

                        alma y tronos míos,
                                                            Hatice Pirayende!
Pienso en la muerte
eso quiere decir que la arteriosclorosis
                                        se adentra en mí...
Un día
            mientras nevaba
o quizás
            una noche
o quizás
            en el calor de un mediodía
¿quién de nosotros, primero,
cómo
            y dónde ha de morir?
¿Cómo
            y qué será
    la última voz  que escuche, 
    el último color que vea
    quien muera de los dos?
¿Cuál será el prime movimiento
    la primera palabra, 
    la primera comida
    del que se quede?
Quizás moriremos lejos el uno del otro.
La noticia
                    llegará con llanto
                    o nos será sugerida
y dejarán solo al superviviente
                  y se marcharán...
Y el que se queda
                                se mezclará con la multitud.
Es decir, señor mío, la vida...
Y todas esas probabilidades
                    en no sé qué horas
                    de no sé qué día
                    de no sé qué mes
                    de no sé qué año del mil novecientos y pico...

Esposa mía, 
                    alma y tronos míos, 
                                                    Hatice Pirayende,
Pienso en la muerte.
Pienso en nuestra vida que pasa.
Me siento triste,     
                           tranquilo
                                           y egoísta.
Sea quien sea
                        de nosotros dos
                                                    el que muera primero,
la forma
               y el lugar
                                donde muera, 
tú y yo
            nos hemos amado el uno al otro
y hemos sabido amar
                                    la causa más alta de la humanidad         
                                            -hemos luchado por ella-
podemos afirmar
                            que "hemos vivido". 




Poema: Nazim Hikmet
Canción: Jaime Roos








Pavese y Sokol: los bueyes que vieron las auroras más bellas de la tierra.



 Los mares del sur - Como un buey

Caminamos una tarde sobre la ladera de una colina,
en silencio. En la sombra del tardo crepúsculo
Mi primo es un gigante vestido de blanco,
que se mueve tranquilo, el rostro bronceado,
taciturno. Callar es nuestra virtud.
Algún antepasado nuestro debe haber estado muy solo,
un gran hombre entre idiotas o un pobre loco,
para enseñar a los suyo tanto silencio.
Mi primo habló esta tarde. Me pidió
que subiera con él: desde la cumbre se divisa
en las noche serenas el reflejo del faro,
lejano, de Turín. "Tú que vives en Turín
-me dijo-... pero tienes razón, la vida se vive
lejos de la tierra: se progresa y se goza;
se encuentra todo nuevo. Las Langas no se pierden"
Todo esto me dijo y no habla italiano
sino el lento dialecto que, como estas mismas piedras,
es tan áspero que veinte años de idiomas y de océanos diversos
no consiguieron pulirlo. Y camina la cuesta
con la mirada ensimismada que vi, de chico,
en los campesinos un poco cansados.
Veinte años ha estado viajando por el mundo,
se fue cuando yo era un nene en brazos de mujeres
y lo dieron por muerto. Sentí después hablar de él
a las mujeres, a veces, como en una fábula,
pero los hombres, más graves, lo olvidaron.
Un invierno, a mi padre, ya muerto, le llegó una postal
con una gran estampilla verdosa de naves en un puerto
y augurios de buena vendimia. Fue un gran estupor,
pero el muchacho, crecido, explicó ávidamente
que el billete venía de una isla llamada Tasmania
circundada de un mar muy azul, feroz de tiburones,
en el Pacífico, al sur de Australia, y añadió
que, seguro, el primo pescaba perlas. Y guardó la estampilla.
Todos dieron su opinión, pero todos concluyeron
que si no había muerto, moriría.
Desde que jugué a los piratas malayos, ¡cuánto tiempo ha pasado!,
y desde la última vez que bajé a bañarme a un sitio mortal
y he seguido a un compañero de juegos sobre un árbol
quebrando hermosas ramas y rompí la cabeza a un rival
y también me la dieron, cuánta vida transcurrió.
Otros días, otros juegos, otros sacudones de sangre
delante de rivales más evasivos: los pensamientos y los sueños.
La ciudad me ha enseñado infinitas pavuras,
una muchedumbre, una calle me han hecho temblar;
un pensamiento, a veces, espiado sobre un rostro.
Todavía siento en los ojos esa luz burlona
de millares de faroles sobre el ruido de pasos.
Mi primo regresó terminada la guerra,
gigantesco como pocos. Y tenía dinero.
La parentela decía por lo bajo: "En un año,
por decir mucho, se lo comió todo y vuelve a vagar. Así terminan los desesperados".
Mi primo tiene una cara rotunda. Compró un lote
en el pueblo y se hizo construir un garage de cemento
con un flamante surtidor de nafta en el frente
y sobre la curva del puente, bien grande, un cartel metálico.
Después puso un mecánico adentro a cobrar el dinero
y él se dedicó a recorrer las Langas, fumando.
Se había casado. Tomó una chica rubia y delicada
como las extranjeras que seguramente conoció en el mundo.
Pero sale todavía solo, vestido de blanco,
con las manos atrás y el rostro bronceado;
por las mañanas recorría las ferias, con aire cazurro,
negociando caballos. Después me explicó,
cuando fracasó el proyecto, que su plan
era quitarle al valle todas las bestias
y obligar a la gente a comprarle motores.
"Pero la bestia más grande de todas", decía,
"fui yo al pensarlo. Debí saber
que bueyes y personas son aquí la misma raza"
Caminamos más de media hora. La cima está cerca,
aumentan alrededor el susurro y el silbido del viento.
Mi primo se para de golpe y se da vuelta: "Este año
escribo en el cartel: Santo Stefano ha sido siempre
el primero en los festejos del valle del Belbo.
Y que chillen los de Canelli". Después, sigue la subida.
Un perfume de tierra y viento nos envuelve en lo oscuro.
Algunas luces en la distancia, casitas, automóviles
que se oyen apenas. Y yo pienso en la fuerza
que me ha devuelto a este hombre, arrancándolo del mar,
de las tierras lejanas, del silencio que dura.
Mi primo no habla de los viajes que hizo; dice, seco,
que ha estado en este lugar, aquel otro,
y piensa en los motores.
Sólo un sueño le ha quedado en la sangre.
Se cruzó una vez, viajando como maquinista
de un pesquero holandés, con el cetáceo,
y ha visto volar los pesados arpones en el sol,
vio huir las ballenas entre espumarajos de sangre
y la persecusión, y las colas alzadas y la lucha en la lanza.
Me lo recuerda a veces.
Pero cuando le digo que es de los elegidos que vieron la aurora
sobre las islas más bellas de la tierra,
sonríe al recordarlo y responde que el sol
se levantaba cuando el día era viejo para ellos.




Poema: Cesare Pavese
Canción: Martinez / Daffunchio / Sussmann / Jove / Sokol (Las Pelotas)