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17 jul 2023

Preverte- Rolling Stones: las flores como divisa de la muerte.

 
En la tienda de la florista - Wild Flowers

Un hombre entra en la tienda de la florista
y elige flores
la florista envuelve las flores
el hombre se lleva la mano al bolsillo
para buscar el dinero
el dinero para pagar las flores
pero al mismo tiempo se lleva
súbitamente
la mano al corazón
y cae

Al mismo tiempo que cae
el dinero rueda por el suelo
y también las flores caen
al mismo tiempo que el hombre
al mismo tiempo que el dinero
y la florista se queda allí
ante el dinero que rueda
ante las flores que se marchitan
ante el hombre que se muere
sin duda todo es muy triste
es necesario que la florista
haga algo
pero no sabe qué hacer
no sabe
por dónde empezar

Hay tantas cosas por hacer
con ese hombre que se muere
esas flores que se marchitan
y ese dinero
ese dinero que rueda
que no deja de rodar.






Poema: Jacques Prévert
Canción: Mick Jagger / Keith Richards


15 jul 2023

Presentación

Soy Pablo Soto y "Párpados sicarios" es el blog en el que dejo registro de mis inquietudes en torno a la literatura, especialmente sobre la poesía. Podrán encontrar en las diferentes pestañas los temas de interés del blog. Allí podrán leer y comentar textos propios y de otros autores.
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14 jul 2023

Viernes 14 de julio: Raúl Gustavo Aguirre

 En cada poema hay una poética, y en cada poética una concepción del mundo. Por supuesto, al leer un poema no analizamos, casi nunca, ni la poética que lo sustenta ni la visión de la vida que nos propone; como tampoco muy a menudo el poeta que lo escribió nos ha querido dar un ejemplo práctico de sus nociones sobre la estética, el ser o el obrar. Pero todo ello se halla implícito en el acto creador que da origen a un poema y lo vuelve a originar en la lectura”, así inicia Raúl Gustavo Aguirre las palabras preliminares a su ensayo, hoy imprescindible, "Las poéticas del siglo XX". Se trata de una cita recurrente en ensayos, notas críticas o comentarios sobre la obra del poeta. Es cierto: sintetiza un paradigma de lectura. Con claridad y precisión conceptual, enuncia el marco general de las preguntas que nos hacemos los lectores de poesía. 

Sin embargo, sus poemas son, también, un lugar de preguntas. Lugar, no en sentido metafórico, sino literalmente sus poemas son espacios, planos, paisajes: conjuntos de lugares desde  los que o hacia los cuales se disparan palabras para dar lugar a preguntas. El hombre, la belleza, el amor, la vida, la tristeza, los objetos, la música, son algunas de las preguntas que se formulan en forma de poema. Y sobre todo este terreno fértil la pregunta central es sobre la poesía. No como una pregunta ontológica: ¿qué es la poesía?, sino como una pregunta existencial: qué hace la poesía en el mundo, con nosotros. Inventor de lugares, R.G. A. diseña a fuerza de imágenes que hacen emerger extrañezas, un territorio en el que pueda hacer pie la voz de la poesia diciendo mundos, personas y cosas nuevas. Un territorio para ser en palabras sin vericutos y enredos, sin luces estridentes. Un lugar para "sangrar sin adornos". 

Hay más. Por momentos, en sus poemas asistimos a una intimidad que es de todos. Como si el tono y el ritmo construyeran un cerco para la palabra poética que dice al ser humano desde lo más íntimo.  Un susurro al oído de todos. Claro que la poesía de R.G.A. no es intimista, sin embargo, tiene mucho de esa privacidad del secreto que se comparte. No debe ser casual que en su poesía Mozart y Charlie Parker conversen con Juanele: poetas de varias artes que han encontrado un cielo para todos en sí mismos. 

Se trata, en definitiva de una poesía que toca el misterio y cuenta, sin escándalo, su secreto. Una poesía que hace trizas la realidad para comprender el mundo, su secreto, su silencio íntimo. 


EN AMOR DETENIDA

I

se ha desenvuelto en música 
hilos de mar le surgen de la infancia 
islas de sueño  por las manos

ella quiere vestirse una alondra de lluvia 
quiere habitar un junco del milagro 
se pone de perfil ante su cuerpo 
le cuenta su cintura a la sirena 
le ha preguntado al humo por su piel

se ha descubierto en una almendra 
se mira por sus labios 
se pierde en una lámpara
se niega a continuar

su mar en tanta tierra 
su boca en tantas bocas 
que ríen sin saber.




YA NO TE GUARDARÉ

Ya no te guardaré: se deshizo la música 
donde me pareció que estabas. 
Eran cristales rotos o arena, no sé bien: 
yo pisé y comprendí.

Comprendí con asombro que el tiempo se estiraba 
desesperado y sin sentido 
y que yo no era nadie 
excepto el que te amó.

Eran cristales rotos, piedras o desventuras, 
eran cuerpos enormes o cenizas, no sé. 
Yo pisé y comprendí.





EL NEGRO YA NO ESTÁ

El cielo negro ya no está. 
El viento negro ya pasó. 
Todo es azul, todo es azul 
y un pájaro tan tonto.

(Allí donde estuvimos, abrazados 
a punto de morir, la tierra pobre 
florece sin temor.)




Y UNO LE RUEGA A LAS PALABRAS

Y uno les ruega a las palabras 
que no se porten mal, que no levanten 
su reja ante nosotros. Uno les ruega 
que nada digan si no pueden 
más que  decir, decir, ruido y miseria 
queriendo hablar lo que no importa, 
lo que ya se torció, lo que está frío, 
y roto, y negramente terminado 
tan sólo porque un día Adán habló. 
¿Se puede? Uno quisiera entrar, quedarse 
en el silencio de antes, para siempre. 
Y sangrar sin adornos.



LA PLANTa

Vivir, como esa larga hoja que se inclina 
desde su tallo hasta la tierra.
Una parte en el sol,
Tal vez algo en sí misma
Y otra parte en la sombra.
Todo el misterio toca sin escándalo 
esta feliz desventurada 
y nada se pregunta.




JAZZ DE VERANO

Yo me inclino ante un hombre 
que rompió simplemente 
contra el silencio su cabeza

contra el silencio de la vida de la muerte 
de la miseria inútil 
del dolor sin sentido

son éstas las alabanzas 
de un hombre que sostuvo 
que sostuvo y sostuvo 
en el fondo de un vaso un sonido sin fin

para que nadie nunca nunca más esté solo.




EL TRIUNFO DE LAS LETRAS

Estás cansado y no ves bien 
algunos te esperaban y no llegaste a tiempo 
algunos te esperaban 
abrirían sin miedo la puerta 
abrirían sin miedo su corazón 
y tú también pero eres torpe 
pierdes las señas que te dieron 
pierdes el regalo en viaje 
y terminas llorando en un bar.

Adiós
la intensidad te excede 
la altura te da miedo 
el sol te aplasta si te encuentra 
tal vez tienes razones para huir
 para estar aterrado.

Te pegaron mucho de grande.




JUAN

En cuanto al río, seguirá pasando.
Y no ha de estar aquel a quien le hablaba.
El lento río seguirá pasando.

En cuantro al cielo, seguirá en su altura,
cielo de cada uno
que él encontró en sí mismo para todos. 

En cuanto a las colinas, a la música
del aire, a las criaturas
del aire y del otoño,
a las penumbras y las transparencias
del alma, hilo de oro de la vida,
todo está allí para siempre y como siempre. 

Los ángeles del alba
ya cuidan de sus ropas, de sus lápices,
de su mate infinito. 




EL VIENTO

La mano dulce que nos talla
y la feroz que nos deshace.
La mariposa que se aleja
cuando mi lámpara se mueve.

Sobre la mesa el grueso pan
esconde soles que meditan.
No dudes más: el carretero
canta canciones sin final.

El corazón, viejo fantasma,
gusta también de las estrellas.
La araña roja del limón
tiende su hilo al porvenir.

Si la noche es oscura
vuelan los dos: casa y camino.
Amigos, es el viento
cuando mi lámpara se mueve. 




LINDA TARDE

Hay que decir que llueve
y que en la soledad 
se arrincona la muerte.

Jamás imaginaste 
que un adagio de Mozart
te hiciera tanto mal.

 Tristeza de la lluvia
donde estás y no estás. 




POEMA DE MI MUERTE

Oscurecido voy 
a manos de la muerte.

Nada le llevo, nada
arrancado a este sol, a estas arenas,
o cuidadosamente 
guardado para mí, para después.

Haber estado en el amor.
Haber mirado ríos, rostros, cielos.
Haber hablado con los otros
y haber hablado a solas.
Haber seguido haciendo 
cuando ya no importaba.

Oh, ni tengo de mí más que unas pocas
referncias efímeras.
No sé de donde vengo, qué papeles
registraron mi nombre, ya olvidados,
qué historias sucedieron
o qué preguntas hice. 

Y si había en mi vida
algo que fuera eterno,
tal vez lo di, tal vez se me perdió. 




CUANDO LLEGASTE, LA BIBLIOTECA SE LLENÓ DE PÁJAROS

Cuando llegaste, la biblioteca se llenó de pájaros,
el sol salió por todas partes a pesar de las gruesas paredes
          y las ventanas con sus fríos cristales lechosos;
surgieron margaritas, crisantemos, sonrientes y humildes
          begonias,
y en los pisos de pulidos y cerebrales mosaicos
había hierbas y lagos muy azules con góndolas y cisnes
y la Creación entera se sacudió gozozamente el polvo
         de los siglos acumulados en negros volúmenes
para cantar conmigo la alegría de tu presencia,
la fiesta de tu aparición, el triunfo una vez más de la vida. 

Pero tus ojos no manifestaron sorpresa, eran serenos y claros
            como a veces el mar:
sencillamente no sabías el cambio fundamental que habías
            producido,
y ellos se debe a que siempre es así, dondequiera que vayas
no conoces otro universo, otras estación, otro lugar, otra morada
sino esta eterna primavera que por vos vive y en la que vives
           tan suave y facilmente
que para qué explicarte lo ocurrido, que antes que vos hubo
           desiertos,
noches de dura helada, maquinaciones, crímenes,
cartas con doble fondo, miedo, espanto, terror
toda la sórdida maraña de palabras y de hechos comunes,
todas las precauciones que deshizo tu pie,
todo lo que voló con tu sonrisa, 
todo lo que tu voz viró en redondo, cambió en caballo verde, 
           en cielo constelado, en llanura infinita,
y más alla en amanecer, 
y más allá en los grandes días que vivirán los otros,
y más allá de nuevo tu sonrisa,
hola, cómo te va, cómo estás tanto tiempo.




 QUIZÁ LA POESÍA

Quizá la poesía sea
-cuando ya todo 
lo que era poesía
se malogró en el tráfico-, 
quizá pudiera ser
este anda silencioso
en medio de la noche, 
ese derrumbamiento
del que sólo quedó
algo invencible y nulo.
Quizás, entonces, sea
este no a lo de siempre,
este lapiz mordido, 
esta intranquilidad,
este temblar por nada. 






7 jul 2023

Viernes 7 de julio: Jorge Luis Borges.

 La esquina como lugar privilegiado del barrio, punto de encuentro de personajes, puntos de vista y lenguajes. La historia de la esquina tiene su síntesis en "Balada del diablo y la muerte". La escena fantasmagórica de la canción de La Renga está narrada con un lenguaje cotidiano, vale decir, con metáforas bastante elocuentes que por cotidianas no dejan de ser sorprendentes. Ciertas reflexiones filosóficas en una lengua mundana y, como si fuera poco, personajes mitológicos encarnando el universo imaginado por la voz poética "al otro lado de la calle del otoño". El arrabal, la esquina , "las risas del aquellarre", la calle. La esperanza, la melancolía y la derrota. La desilusión, el miedo, la soledad, todo como una niebla.

Eso habia sido, más de 60 años antes de la canción de La Renga, 'Fervor de Buenos Aires': el primer libro de poemas de Jorge Luis Borges. La calle, los arrabales como la geografía de lo sensible humano. Los barrios bajos como la fuente de una nueva lengua poética que, en su barbarie, fundara nuevas metáforas, nuevas imágenes. La vanguardia no es el centro. En los poemas de 'Fervor...' se leen los contrastes, las arbitrariedades, la incorrecciones, los desatinos, las irreverencias y las incongruencias de una barriada. El lenguaje poético se revitaliza. Si el grupo Boedo o Carriego o Baldomero usan el poema como ventana para mostrarnos el barrio, Borges (y muchos otros después) triza el vidrio y hace que se note. Lo que vemos es el vidrio trizado (el lenguaje) y entre esas trizas intuimos un arrabal, tal como hace la canción de La Renga.
En alguna de las calles y esquinas de los poemas de 'Fervor de Buenos Aires', debió haber sucedido la "Balada del diablo y la muerte".
A todo el imaginario arrabalero que une a La Renga, sobre todo el disco "Despedazado por mil partes", con el Borges de Fervor de Buenos Aires hay que agregarle la atracción que ejerce el suburbio como margen de un centro cargado de ruidos y luces. En Borges, el suburbio se extiende hasta el Sur profundo de los Yacimientos de Chubut, en alusión a la visita que hizo el escritor y su familia a Comodoro Rivadavia que plasma en el poema Jardin. Angelina Covalschi inventó, desde el Sur, a Borges. La operación inversa (Borges inventando el Sur) ya había sido consumada. En "La novela de Borges" vemos al escritor contar en primera persona (justo él, que supo jugar a las escondidas con su "yo") su propia vida. Su vida hecha novela (justo él, que hizo del cuento un culto), Borges siendo otros (invento sureño) y a la vez el mismo.
Borges cuenta allí su visita a Comodoro Rivadavia. El escritor y su hermana caminaron por la ciudad: "Abandonamos la escasa avenida céntrica y fuimos a la loma, que así le decían. Casas apretadas, construidas con latas de Terrabusi y chapas de cinc, las más prolijas. Unos pocos jardines asomaban en ciertos patios. Se desperezaban como un día de fiesta".
Borges incluye la imagen de los jardines comodorenses como un día de fiesta en un poema de "Fervor de Buenos Aires". 
Este poema tiene fecha: 1922, y lugar: yacimientos del Chubut. Es el único del libro con estas referencias.
Por último, también este Sur parece haber inspirado el ensayo estético-filosófico "El cielo azul, es cielo y es azul" en el que se pregunta cómo nombrar, cómo poner en palabras la experiencia del Sur, donde "el paisaje se agolpa en la ventana" y "alguna de esas renegridas pirámides que se alzan sobre los pozos de petróleo, integran el desesperado paisaje que me rodea, y que conocen harto bien todos los moradores de este rincón del Chubut.".
En fin, al Borges que posó mirada y pies en la ciudad del viento parece corresponderle otro Borges inventado acá, desde acá. No sé cuántas ciudades pueden jactarse de haber inventado un Borges. No sé cuántos barrios han sido imaginados como los que se imaginan en "Fevor de Buenos Aires" y "Despedazados por mil partes".

ATARDECERES

La clara muchedumbre de un poniente
ha exaltado la calle,
la calle abierta como un ancho sueño
hacia cualquier azar.
La límpida arboleda
pierde el último pájaro, el oro último.
La mano jironada de un mendigo
agrava la tristeza de la tarde.
El silencio que habita los espejos
ha forzado su cárcel.
La oscuridá es la sangre
de las cosas heridas.
En el incierto ocaso
la tarde mutilada
fue unos pobres colores.


BARRIO RECONQUISTADO 

Nadie vio la hermosura de las calles
hasta que pavoroso en clamor
se derrumbó el cielo verdoso
en abatimiento de agua y de sombra.
El temporal fue unánime
y aborrecible a las miradas fue el mundo,
pero cuando un arco bendijo
con los colores del perdón la tarde,
y un olor a tierra mojada
alentó los jardines,
nos echamos a caminar por las calles
como por una recuperada heredad,
y en los cristales hubo generosidades de sol
y en las hojas lucientes
dijo su trémula inmortalidad el estío.

AUSENCIA

Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.

CARNICERÍA

Más vil que un lupanar
la carnicería rubrica como una afrenta la calle.
Sobre el dintel
una ciega cabeza de vaca
preside el aquelarre
de carne charre y mármoles finales
con la remota majestad de un ídolo.

SUR

Desde uno de tus patios haber mirado
las antiguas estrellas,
desde el banco de
la sombra haber mirado
esas luces dispersas
que mi ignorancia no ha aprendido a nombrar
ni a ordenar en constelaciones,
haber sentido el círculo del agua
en el secreto aljibe,
el olor del jazmín y la madreselva,
el silencio del pájaro dormido,
el arco del zaguán, la humedad
-esas cosas, acaso, son el poema.

JARDÍN

Zanjones,
sierras ásperas,
médanos,
sitiados por jadeantes singladuras
y por las leguas de temporal y de arena
que desde el fondo del desierto se agolpan.
En un declive está el jardín.
Cada arbolito es una selva de hojas.
Lo asedian vanamente
los estériles cerros silenciosos
que apresuran la noche con su sombra
y el triste mar de inútiles verdores.
Todo el jardín es una luz apacible
que ilumina la tarde.
El jardincito es como un día de fiesta
en la pobreza de la tierra.
Yacimientos del Chubut, 1922

CALLE DESCONOCIDA

Penumbra de la paloma
llamaron los hebreos a la iniciación de la tarde
cuando la sombra no entorpece los pasos
y la venida de la noche se advierte
como una música esperada y antigua,
como un grato declive.
En esa hora en que la luz
tiene una figura de arena,
di con una calle ignorada,
abierta en noble anchura de terraza,
cuyas cornisas y paredes mostraban
colores blandos como el mismo cielo
que conmovía el fondo.
Todo -la medianía de las casas,
las modestas balustradas y llamadores,
tal vez una esperanza de niña en los balcones-
entró en mi vano corazón
con limpidez de lágrima.
Quizá esa hora de la tarde de plata
diera su ternura a la calle,
haciéndola tan real como un verso
olvidado y recuperado.
Sólo después reflexioné
que aquella calle de la tarde era ajena,
que toda casa es un candelabro
donde las vidas de los hombres arden
como velas aisladas,
que todo inmediato paso nuestro
camina sobre Gólgotas.

LAS CALLES 

Las calles de Buenos Aires
ya son mi entraña.
No las ávidas calles,
incómodas de turba y ajetreo,
sino las calles desganadas del barrio,
casi invisibles de habituales,
enternecidas de penumbra y de ocaso
y aquellas más afuera
ajenas de árboles piadosos
donde austeras casitas apenas se aventuran,
abrumadas por inmortales distancias,
a perderse en la honda visión
de cielo y llanura.
Son para el solitario una promesa
porque millares de almas singulares las pueblan,
únicas ante Dios y en el tiempo
y sin duda preciosas.
Hacia el Oeste, el Norte y el Sur
se han desplegado -y son también la patria- las calles;
ojalá en los versos que trazo
estén esas banderas.

UN PATIO

Con la tarde
se cansaron los dos o tres colores del patio.
Esa noche, la luna, el claro círculo,
no domina el espacio.
Patio, cielo encauzado.
El patio es el declive
por el cual se derrama el cielo en la casa.
Serena,
la eternidad espera en la encrucijada de estrellas.
Grato es vivir en la amistad oscura
de un zaguán, de una parra y de un aljibe.

CERCANÍAS

Los patios y su antigua certidumbre
los patios cimentados
en la tierra y el cielo.
Las ventanas con reja
desde la cual la calle
se vuelve familiar como una lámpara.
Las alcobas profundas
donde arde en quieta llama la caoba
y el espejo de tenues resplandores
es como un remanso en la sombra.
Las encrucijadas oscuras
que lancean cuatro infinitas distancias
en arrabales de silencio.
He nombrado los sitios
donde se desparrama la ternura
y estoy solo y conmigo.