"Las connotaciones son menos controlables que las
denotaciones, lo que justifica que los abogados, los científicos y los
burócratas no se sientan a gusto con ellas. Sin embargo, ¿no supone eso mismo
un problema a los poetas? Si la connotación es una suerte de asociación
libre,¿cómo puede un poema llegar a significar algo claramente? ¿Qué ocurriría
si a mí el verso de Shakespeare «Shall I compare thee to a summer's day?»
[«¿Debo compararte con un día de verano?»] me hace pensar irresistiblemente en
plátanos fritos? La respuesta más directa a todo esto es que el significado no
radica en asociaciones psicológicas. De hecho, hay un sentido en el que no
tiene relación «psicológica» alguna. El significado no es un proceso arbitrario
en nuestras mentes, sino una práctica social gobernada por reglas; y a no ser
que el verso «¿Debo compararte con un día de verano?» pueda, plausiblemente, en
principio, sugerir plátanos fritos también a otros lectores, no se puede
considerar ese sentido parte de su significado.
[...]Se dan, desde luego, multitud de situaciones en las
que la frontera entre las connotaciones públicas y las privadas es
verdaderamente tenue. Pero a no ser que una connotación pueda existir
plausiblemente para otra persona, tampoco podrá ser un significado para mí. Las
erráticas asociaciones personales que vienen y van en nuestra mente mientras
leemos "El rey Lear" son de interés para nuestro psicoterapeuta, no
para el crítico literario. El significado no radica en tener imágenes en la
cabeza. Puede disfrutarse de Blake o de Rilke sin tener ninguna".
*Terry Eagleton, "Cómo leer un poema".-
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