Martín Prieto, hablando de Juana Bignozzi, señala la ironía como una clave de su poética. Manejada con tal maestría que en la lectura de sus poemas se genera una especie de zona de vacilación en la que el lector no sabe si el verso o el poema debe leerse en forma literal o en forma irónica. Esta habilidad irónica sin estridencias es una de las marcas estilísticas de Bignozzi. En la misma charla, Ana Porrúa aporta que esa zona de vacilación tiene un efecto poético que consiste en ironizar y a la vez corroer esa ironía con la literalidad, como si el lenguaje fuese una especia de capas superpuestas que friccionan: lo literal friccionado (desgastado, corroído) por lo irónico y, viceversa, lo irónico neutralizado (corroído, desgastado) por lo literal. Este procedimiento es de una tremenda potencia no solo poética sino política.
Pero Prieto inscribe a Bignozzi (su ironía) en una serie que inaugura Alfonsina Storni y que desaparece (se diluye) en Fernanda Laguna. Para Prieto hay un arco que se forma entre Storni y Bignozzi a partir del uso de la ironía que ya no se ve en Fernanda Laguna. El poema Siglo XX de Storni y Sprit de Bignozzi hacen un uso de la ironía para poetizar la tensión entre la pasividad y la acción política (cultural, social), en Laguna esa tensión ya no es tal, es la expresión y el relato de un hecho concreto: no se participa de la vida social, y punto.
Prieto señala que Laguna esta "amparada" por Bignozzi y Storni, que ambas poetas son el amparo para que Laguna pueda decir, literalmente lo que aquellas tuvieron que ironizar.
Pienso que la ironía en Bignozzi y Storni, además de ser un recurso retórico es una estrategia política necesaria históricamente. Es decir, el uso de la ironía tiene un fundamento retórico y también un fundamento táctico: la historia exigía esa discusión. La ironía es un procedimiento discursivo que cobra sentido en la enunciación en tanto coordenadas del aquí y el ahora. Lo ironizable, si cabe el término, es lo cuestionable, en Laguna esa realidad histórica (la tensión entre un arte comprometido y uno contemplativio, el perfil militante del poeta o viceversa) está superada de modo que la ironía pierde su eficacia política y por tanto retórica: no se puede ironizar sobre lo que no existe. Me parece que esa podría ser una de las explicaciones por las cuales la ironía se pierda en la poesía de los 90 en adelante. De un lado se licua su eficacia política puesto que la realidad sobre la que ha de intervenir ha sido estallada o sepultada bajo una realidad más potente y grotesca: la segunda decada infame, el menemismo. Del otro lado, la ironía se extrema hasta la parodia, el grotesco tan típicos de la poesía de los 90. El camino de la ironía que abre Storni, profundiza Bignozzi se vuelve parodia en el neobarroco y los 90, y es un eco nostálgico a principios del siglo XXI.
* a partir de la charla En el corazón del 60, realizada el miércoles 23 de septiembre de 2020 en el marco de las Jornadas "A propósito de Juana Bignozzi" organizadas por el MALBA.
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