Soy Pablo Soto y "Párpados sicarios" es el blog en el que dejo registro de mis inquietudes en torno a la literatura, especialmente sobre la poesía. Podrán encontrar en las diferentes pestañas los temas de interés del blog. Allí podrán leer y comentar textos propios y de otros autores. También pueden seguir al blog en Facebook e Instagram como Parpadosicarios. En Facebook: https://www.facebook.com/parpadosicario En Instagram: @arpadosicario En Spotify: Párpados Sicarios Podcast

14 feb 2025

Presentación

Soy Pablo Soto y "Párpados sicarios" es el blog en el que dejo registro de mis inquietudes en torno a la literatura, especialmente sobre la poesía. Podrán encontrar en las diferentes pestañas los temas de interés del blog. Allí podrán leer y comentar textos propios y de otros autores.
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Las formas del amor. Breve antología.

 La siguiente selección de poemas intenta mostrar la compleja trama del amor. No son poemas "de amor", sino poemas que articulan en palabras modos del amor posibles, esperables, reprimidos.

Cinismo, ironía, oscuridad, desenfreno, sencillez, absurdo: los tonos y los colores del amor que expresan estos poemas. 

Hay joyas: Carver enamorado de una argentina (para otro día queda la traducción "oficial" de ese poema), Sbarra fundiendo amor y sufrimiento, el torbellino de imágenes de Orozco, Casas y sus amores baratos e inolvidables, el temblor de Mirta Suarez Ponto, la ironía de Bignozzi, la cotidianeidad de Moisés...

Escribir sobre amor es, sobre todo, un tono más que un tema. Una manera de organizar la sintaxis y la sonoridad de la palabra para que vibre una sensación cuyo nombre está tan manoseado. No se trata, como dijimos de de un tema, sino de una escritura amorosa que devela sensibilidades. Leer, en estos poemas, es vibrar en la misma frecuencia que el amor, aunque amar sea del orden de la vida y no de la escritura. 


Juan Manuel Inchauspe


Climas

I

En todo comienza a destacarse un previsible derrumbe.

Nosotros no necesitamos mucho.

Nosotros necesitamos una mano abierta, un aliento sustantivo

una ternura tan evidente que nos haga temblar.

 

II

Enroscados por un clima tibio que anuncia los más dulces asaltos.

Hay una voluntad sin miradas una agitación que nos hace crecer

como las plantas: la libertad sin armas que tiene la forma de tu cuerpo.

 

III

Porque todas las palabras caían de tu boca con ese cansancio de

alfombras gruesas y flácidas que suele quedar después de alguna

Noche.

 

Querías explicar evitando contradecirte,  esos acontecimientos

de tu vida que terminaron disponiéndose contra ti misma, dejando

atrás la inocencia tu ofrecimiento y tus manos amables.

 

Porque todas las palabras no tuvieron el suficiente calor como

para guardar un largo equilibrio.

Porque temblabas-

Porque estamos hondamente solos.

 

Porque de algún modo nos llevamos recíprocamente y es

imposible hacer nada.

 

IV

Las palabras y los contornos que escogiste cuidadosamente

para dibujar una voluntad que no era realmente la tuya.

Las pequeñas mentiras cuya necesidad no explicabas del todo

y que no intentabas borrar en el temor de descubrirte demasiado

sola complicando las madrugadas: sus hombros quietos.

Eso es todo lo que olvidaste entre nosotros.

 

Has abierto y cerrado tu corazón el tiempo necesario que me

lleva a ocuparlo. Seré pues uno de los árboles de tu memoria para

evitar que la sangre se torne incontrolable.

 

V

No necesito demasiado para continuar estremeciéndome.

Necesito apartar estos meses vacíos que se han filtrado hasta

nosotros.

Estos gestos muertos sin corteza.

Estos inútiles comentarios al margen y todo ese mundo enfermo

de turno.

Necesito lo que hicimos o lo que se dejó de hacer.

Estrechar nuestro abrazo redondo en clima agazapado de las Islas

o de esta arena: ser de nuevo esa precisa responsabilidad o

ese abandono.


 

Alberto Szpunberg


El bar de los viejos amores

 

Cuando crece la noche el hombre recuerda y se confunde,

sabe que las calles que lo han traído hasta esta calle,

si no fuera por el bar, se quedarían en el tiempo,

él ya anduvo alguna vez por estas calles y ahora vuelve:

el Bar de los Viejos Amores sigue en la esquina, quién diría,

y el mismo viento lleno de nombres sigue oliendo a Puerto.

Ese hombre sabe que una mujer es como todas las mujeres

pero este olor de lluvia hace cerrar los ojos,

aprieta bien a fondo, remueve cosas viejas,

de veras que estruja el corazón, ya no se puede:

esta música del bar es capaz de alegrar toda una calle

pero basta cerrar los ojos, aquella voz,  la misma sangre,

la sangre que viene de otros tiempos,

de otras  calles que lo llevaron a esta calle, lo trajeron,

de ese puerto Liverpool donde juró nunca olvidarla, qué digo,

Nunca, jamás, fue en Liverpool sino más lejos;

ese cuerpo, en realidad, para qué en Liverpool, cómo negarlo,

siempre dio que recordar, que entristecerse de algún modo,

alguno ha de ser tu nombre de entre los nombres del viento

y te pregunto de dónde, diablos, hoy que es martes,  vendrá el día,

basta cerrar los ojos y ya se sabe que tu nombre es eso:

él canturrea la música que alegra toda la calle

pero crece la noche y tanto tiempo sin vernos, quién diría,

garabatea, canturrea el hombre, se nos pone melancólicos hay que verlo:

"República Argentina. 15 de octubre.  Mi estimada señorita:

 desde esta hermosa gran ciudad de Buenos Aires

 deseando se halle bien de salud cuando reciba la presente

le escribo esta carta  para decirle que pienso en vos…" 



Historias historias


No hay lugar para el día en la casa deshabitada,
allá la noche aguarda todo el día a la hora de la noche
y los chicos no se atreven a jugar.
Un viejo sabe la única historia de esta casa:
la historia como todas se deshizo en pequeñas historias
y los viejos no convencen, charlan, charlan, charlan:
si no fuera el silencio, cada crujido de la noche,
cada susurro del viento sería una historia,
una única historia para contar:
la vieja enredadera que hoy cubre la ventana 
hubo un tiempo en que sabía hacerse a un lado
cuando por esa ventana miraba una mujer.
Esta casa se vendrá abajo de tanto silencio,
se le abrirán hasta en el techo tantas puertas y ventanas 
que la vieja enredadera tendrá solo el árbol
y alguna que otra ruina para trepar,
entre los escombros de esta casa 
los chicos jugarán a la casa deshabitada
y durante el día no sabrá qué hacer la noche.
el día será el día 
y quedará solo el viejo que charla, charla, charla:
si la vieja enredadera hoy cubre la ventana 
es que la vieja enredadera no siempre fue vieja,
que la única historia es una historia como todas 
y que por esa ventana miraba hace mucho una mujer.


Edgar Bayley 

Entre un hombre y una mujer

Entre un hombre y una mujer 
la vida crece 
y crecen las lunas 
los techos 
la intemperie 
mientras entre cruzan palabras halcones arañas 
zigzagueos de la sombra y la espera 

entre un hombre y una mujer 
la pasión crece 
el fulgor de una lucidez relampagueante 
que trazan en lo oscuro su presagios 
y cada uno teme al otro 
y cada uno confía entrega una almendra al otro 
y cada uno espera y dice: dios mío amor mío 
y cada uno quisiera un reino azul para el otro 
en cualquier parte del cielo de la tierra 
una magnolia 
la arcilla 
unos balcones que dan a un bosque espeso 
mientras oscurece 
pero el otro no sabe nada y calla 

esto suele pasar entre un hombre y una mujer 
que se aman 
y que apenas se conocen
hasta que las caricias estallan 
y se dicen todo sin decírselo 
con las manos en sus cuerpos 
con la respiración entrecortada 
la misma de la tierra toda


Raymond Carver 

Por la mañana pensando en el imperio 

Apretamos los labios contra el borde esmaltado de las tazas e
intuimos que la grasa que flota 
en el café hará que el corazón se nos pare cualquier día.
Ojos y dedos se dejan caer sobre los cubiertos de plata 
que no son de plata. Al otro lado de la ventana, las olas 
golpean contra las paredes desconchadas de la vieja ciudad.
Tus manos se alzan del áspero mantel 
como si fueran a hacer una profecía. Tus labios se estremecen…
Te diría que al diablo con el futuro.
Nuestro futuro yace en lo más profundo de la tarde.
Es una calle angosta por la que pasa un carro,
el carretero nos mira y vacila,
luego menea la cabeza. Mientras tanto,
casco un huevo espléndido de gallina Leghorn 
con indiferencia.
Tus ojos se nublan. Te vuelves para mirar el mar 
tras la hilera de tejados. Ni  las moscas se mueven. 
Casco en otro huevo.
Seguramente nos hemos empequeñecido juntos 


Tortura 

Te estás enamorando de nuevo. Esta vez 
de una Sudamericana hija de un general.
Quieres revolcarte en la mierda otra vez.
Quieres que te digan cosas horribles 
y admitir que esas cosas son verdad.
Quieres que se cometan actos indecibles 
contra tu persona,  cosas de las que 
la gente de bien no habla en las aulas.
Quieres contar todo lo que sabes 
de Simón Bolívar, de Jorge Luis Borges,
de vos mismo, sobre todo.
¡Quieres implicar a todo el mundo en esto!
Incluso a las cuatro de la mañana,
con las luces todavía encendidas –
encendidas día y noche 
en tu cerebro y ojos durante dos semanas-
cuando darías lo que fuera por un cigarro y una limonada,
 luces que ella no va a pagar,  esa mujer 
de ojos verdes y poco más,
todavía quieres ser su gaucho.
Baila conmigo, crees oírle decir
mientras alcanzas la jarra de agua vacía.
Baila conmigo,  dice de nuevo,  y no has entendido mal.
Ella escoge este momento para pedirte,  hombre
que te levantes y bailen desnudos.
No,  no tienes la resistencia de una hoja caída,
ni la de una pequeña esterilla de bambú 
bateada por las olas en el lago Titicaca.
Sales de la cama
Igualmente,  amigo,  y bailas 
por amplios espacios abiertos


César Pavese 

Dos cigarrillos 

Cada noche es la liberación. Se ven los reflejos 
en el asfalto sobre las avenidas que se abren lustrosas al viento.
Cada raro transeúnte tiene una cara y tiene una historia.
Pero a esta hora no hay más cansancio: los miles de faroles 
son todos para el que se detiene a raspar un fósforo.

La llamita se apaga sobre el rostro de la mujer 
que me ha pedido un fósforo.  Se apaga en el viento 
y la mujer, desilusionada,  no quiere que un segundo 
se apague: la mujer ahora ríe, sumisa.
Aquí podemos hablar en voz alta y gritar;
que nadie oye. Levantamos las miradas 
a las muchas ventanas -ojos apagados que duermen
y esperamos. La mujer abraza a sus hombros 
y se lamenta de que ha perdido el chal de colores 
que a la noche le hacía de estufa. Pero basta con apoyarse 
contra la esquina y el viento no es más que un soplo.
Sobre el asfalto extenuado hay ya una colilla.
Ese chal venía de Río, pero dice la mujer 
que está contenta de haberlo perdido, porque me ha encontrado.
Si el chal venía de Río, ha pasado de noche 
sobre el océano bañado por la luz del Gran transatlántico.
Por cierto, noches de viento. Ese es el regalo de un Marino suyo.
No está más el marino. La mujer susurra 
que, si subo con ella, me lo muestra en un retrato 
con ricitos y bronceados. Viajaba en sucios vapores,
y lustraba las máquinas: yo soy más bello.

Sobre el asfalto hay dos colillas. Miramos hacia el cielo:
la ventana allá arriba -me señala la mujer- es la nuestra.
Pero allá no hay estufa- A la noche,  los barcos solitarios 
tienen pocas luces o solamente las estrellas.
Cruzamos la calle del brazo jugando a calentarnos.  

Después 

La colina está tendida y la lluvia la empapa en silencio.

Llueve sobre las casas: la breve ventana
se llenó de un verde más fresco y más desnudo.
La compañera estaba tendida conmigo: la ventana 
estaba vacía, nadie miraba, estábamos desnudos.
Su cuerpo secreto camina hasta ahora por la calle,
con su paso, pero al ritmo es más blando; la lluvia 
desciende con ese paso, tenue y fatigada.
La compañera no ve la muda colina 
amodorrada en la humedad: va por la calle 
y la gente que la choca no sabe.

Hacia la noche,
la colina es recorrida por retazos de niebla,
la ventana recibe también ese aliento. La calle 
a esta hora está desierta; la solitaria colina 
tiene una vida remota en el cuerpo más oscuro.
Yacíamos fatigados en la humedad 
de dos cuerpos, amodorrados uno sobre el otro.

Una tarde más dulce, de sol tibio
y de colores frescos, la calle sería una gloria.
Es una gloria caminar por la calle,  gozando
un recuerdo del cuerpo, todo difuso alrededor.

En las hojas de las avenidas, en el paso indolente de las mujeres,
en las voces de todos, hay un poco de la vida 
que los dos cuerpos han olvidado, pero que es un milagro.
Como descubrir abajo, en el fondo de un camino, la colina 
entre las casas, y mirarla y pensar que conmigo 
la compañera la mira desde la breve ventana.
En la oscuridad se ha hundido  desnuda colina 
y la lluvia murmura.  No está la compañera 
que se ha llevado su cuerpo dulce y la sonrisa 
Pero mañana bajo el cielo lavado del alba 
la compañera saldrá por las calles, tenue 
por su paso. Podremos encontrarnos, queriendo. 


Juan Carlos Moisés 
El último 

Siempre llegué último a todo 
al cine al baile al trabajo a comer a dormir.
Nunca pude ser el primero en nada.
Ni una sola vez puede ser el primero.
Pero mi mujer 
descartó a los que estaban primero 
a todos 
siguió hasta el final de la fila 
y me eligió a mí 
que estaba último.  

La lista de compras 

"Mi amor, la alegría de oír abrazados,
en el amanecer todavía oscuro,
los primeros teros 
después del largo 
y no muy amistoso invierno"

No te imaginás, dice mi mujer,
la cara que puso el chico del mercado 
cuando descubrió por azar 
las palabras escritas al dorso 
de la lista de las compras 
que le alcancé sobre el exhibidor 
de las carnes frescas del día;
y la mía, dice ella, mi cara de no saber 
qué decir en medio de la ansiedad 
de los clientes, cuando me devolvió 
el papelito confesando sin pudor 
que le gustaban los poemas de amor.

Qué iba yo a pensar, cuando el barullo 
de los teros nos despertó a la mañana 
y con el apuro fui a escribir a ciegas 
en el primer papelito que encontré 
sobre la mesa, que el entusiasmo 
de ese acto mínimo y fugaz 
por la retirada del invierno 
iba a tener tan rápido como canta el gallo 
el consuelo involuntario de un lector 
enamorado. 

El lunar 
En el lunar cercano a tu boca 
te dibujé una cara.
Cuando reías la piel se estiraba 
y entonces el dibujo también 
se estiraba: era gracioso.
Te reías porque cuando te reías 
la cara que dibujé en tu cara 
se estiraba y causaba gracia
El lunar cercano a tu boca 
era el ojo de la cara 
que dibujé en tu cara.
El lunar era menos lunar que ojo.

Después llegó la hora de borrarlo 
raspándolo con el pañuelo 
mojado en saliva 
frente al espejo del baño,
porque borrar se iba a borrar 
por la voluntad o el paso de los días.

Pero ese detalle solo importa, mi amor,
a la luz de un pensamiento irregular 
que una vez más pone a prueba 
lo que somos, lo que seremos.

Osvaldo Bossi

15

Yo no quiero casarme, Robin.
No me interesa el churrasquito a punto
a las nueve en punto. Pero si quisieras
casarte con una chica o con un chico
yo seguiría estando aquí. Te regalaría
una linda camisa que haga juego con tus ojos
y brindaría a la salud de los novios. 
Cualquier cosa que elijas contará siempre
con mi aprobación. Y si se viene la noche
como ahora, la noche liberal, pero
que la noche oscura de San Juan de la Cruz,
aquí estaré. Compartiendo el pan y los fideos
con manteca, saltando los molinetes
de Constitución, escuchando una cumbia 
de Los Palmeras, suavecita, hasta espantar
a la malaria. ¿No es eso el amor? ¿Hacer el bien
sin mirar a quién? Aunque yo haga trampa y
te mire, te siga mirando,, Robin, de noche y de día,
en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte
como se dice -si puede separarnos- nos separe. 


Pablo Bellido

LIV
la maresía que nos robaba la cortina gris del viento 
no desaparece 
veíamos ese mar 
cada día 
formábamos en el silencio sus olas 
cada una de las aves marinas 
que lo atravesaban 
en ese aire espumoso 
toda caída en picada 
y salir 
orgulloso 
brillante 
el alimento de la hora entre nuestras manos 
agitándose 

quiero decir 
qué tipo de tormenta vas a necesitar conjurar 
para reclamar 
el faro al que no puede llegar 

vos que solo sabes de brújulas 
hechas de gallos rojos y cuevas 

esta tormenta escondió todos los tesoros 



XI
para el mito de la pasión 
olvida las canciones de cuna 

sé el desvelo de Sísifo 
la página arrancada es vuelo 

te deseo olvido, amor.
el mito de la pasión 
necesita sangre nueva 


Juana Bignozzi

Soy una mujer sin problemas 

Todos lo saben 
y entonces buscan mi compañía para charlar por las noches.
Sin embargo yo conozco a alguien que quiere morir en paz 
            consigo mismo 
y me produce estremecimientos, insomnio, soledad,
porque la paz conmigo misma sería una guerra sin fin,
dos o tres asesinatos inevitables y alguna entrega desmedida 
que no entra a mis planes.
Sin embargo yo sueño por las noches 
con un jardín inmenso donde los muertos se levantan para 
            saludarme;
yo sueño con un hombre que me inquieta y como lo ignora 
me habla amigablemente del resto del mundo 
y de mis múltiples amores, tan simpáticos,
 tan apropiados como tema de conversación. 

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Como soy una mujer desmemoriada 
repito mis penitencias al infinito 
nosotros como locos presos por nuestras historias 
amamos entre caras trágicas 
nos empeñamos en el amor de algún día 
en medio de este sol de invierno 
en realidad pensamos en las muertes ineludibles de algún día.
Como soy desmemoriada me engaño diariamente 
con soluciones ingenuas 
abro ventanas nunca me animo a tirarme 
si lo hiciera él miraría detenidamente mi rostro 
mi amigo terminaría alguna de sus frases 
pero la memoria vuelve y solo quedan 
infinidad de cosas perdidas por nuestras buenas maneras. 




José es barra 

Señales de tránsito 
        Que la mujer que ames esté en su habitación con otro hombre. Que la ames. Y que ella esté haciendo el amor con otro hombre mientras vos estás en la habitación de al lado. Que llenes el espacio de música para tapar voces y sonidos que luego no podrías nunca olvidar.
        Que alguien golpee tu puerta.  Que al abrir la veas a ella envuelta en una toalla. Que te sonría.  Que te diga si podés ir a comprar cigarrillos, para ella y para su amante. Que la mujer que ames haya ido hasta tu cuarto a pedirte que, ya que estás vestido, compre cigarrillos para ellos.
        Y que vayas, que la quieras tanto.
        Que llueva. Que corras por la calle hasta el kiosco a comprarle cigarrillos. Y que llueva mucho.
        Que regreses empapado con los cigarrillos. Que la llames.  Que golpees a la puerta de su habitación.  Que tengas que repetir su nombre.  Que escuches los sonidos de algo imprevistamente recomenzado. Que escuches jadeos de placer. Que vuelvas a tu cuarto. Que pasen los minutos como siglos. Que ella, la mujer que ames envuelta en su toalla, llame nuevamente a tu puerta. Que abras y te encuentres otra vez con su sonrisa. Que tengas que sonreír. Que debas imponerle otra sonrisa a tu confusión. Que le des los cigarrillos y que ella te agradezca por haber ido con esa lluvia. Que te pregunte cómo estás.  Y que le respondas que estás bien . Y que no sea cierto. Que la ames tanto. Que te suceda algo así... para que me entiendas .

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Te informo sobre la situación en casa, por si te 
interesa.
La persiana de nuestro dormitorio se trabó arriba 
y se niega a bajar.
Las puertas del armario bostezan de noche y de 
día.
La parte de tu lado de la cama se muere de 
aburrimiento. 
Una banda de polillas insensatas se comió la 
cortina azul.
Cuelgan de todos los cajones lenguas de trapo 
sedientas.
Las toallas que olvidaste en el suelo envejecieron 
precipitadamente.
Los lirios de plástico que habías puesto sobre 
calefactor se marchitaron 
No quiero exagerar pero alguno de los Rolling 
Stones humedeció con sus lágrimas la pared donde 
pegaste el póster.
El cielorraso se descascara pidiendo que vuelvas.
(Y de mi corazón mejor no hablemos)



Jorge Curinao 

Alguien 
Nunca supimos que era la última noche.
Por eso nos desvestimos como las demás 

Nunca es un minuto fraguado por el tiempo.


Naufragio 
De tanto estar solo 
setenta veces dije tu nombre.

Ya no estoy solo 
setenta preguntas me acompañan.


Bahía 
Bajo los pliegues 
de una hoja 
en blanco 
corre
un río 
transparente 
que lleva tu nombre.




 Olga Orozco 
No hay puertas 

Con arena ardientes que labran una cifra de fuego sobre el tiempo,
con una ley salvaje de animales que acechan el peligro desde su 
    madriguera,
con el vértigo de mirar hacia arriba,
con tu amor que se enciende de pronto como una lámpara en 
    medio de la noche,
con pequeños fragmentos de un mundo consagrado para la idolatría,
con la dulzura de dormir con toda tu piel cubriendo el costado 
    del miedo,
a la sombra del ocio que habría tiernamente un abanico de praderas celestes, 
hiciste día a día la soledad que tengo.

Mi soledad está hecha de ti.
Lleva tu nombre en su versión de piedra,
en un silencio tenso donde pueden sonar todas las melodías del 
    infierno;
camina junto a mí con tu paso vacío,
y tiene, como tú, esa mirada de mirar que me voy más lejos cada vez,
hasta un fulgor de ayer que se disuelve en lágrimas, en nunca.

La dejaste a mis puertas como quien abandona la heredera de un 
    reino del que nadie sale y al que jamás se vuelve.
Y creció por sí sola,
alimentándose con esas hierbas que crecen en los bordes del 
    recuerdo 
y que en las noches de tormenta producen espejismos misteriosos,
escenas con que las fiebres alimentan sus mejores hogueras.

La he visto así poblar las alamedas con las con los enmascarados que 
    inmolan el amor 
-personajes de un mármol invencible, ciego y absorto como la 
    distancia-,
o  desplegar en medio de una sala esa lluvia que cae junto al mar,
lejos, en otra parte,
donde estará llenando el cuenco de unos años con un agua de 
    olvido.
Algunas veces sopla sobre mí con el viento del Sur 
un canto huracanado que se quiebra de pronto en un gemido en 
    la garganta rota de la dicha,
o trata de borrar con un trozo de esperanza raída 
ese adiós que escribiste con sangre de mis sueños en todos los 
    cristales 
para que hiera todo cuanto miro.

Mi soledad es todo cuanto tengo de ti.
Aúlla con tu voz en todos los rincones.
Cuando la nombro con tu nombre 
crece como una llaga en las tinieblas.

Y un atardecer levantó frente a mí 
esa copa del cielo que tenía un color de álamos mojados y en la 
    que hemos bebido el vino de eternidad cada día,
y la rompió sin saber, para abrirse las venas,
para que tú nacieras como un dios de su espléndido duelo.
Y no pudo dormir 
y su mirada era la de una loca.

Entonces se abrió un muro 
y entraste en este cuarto con una habitación que no tiene salidas 
en la que está sentado, contemplándome, en otra soledad 
    semejante a mi vida 




Mirta Suárez Ponto

Oración para tu regreso

Como si quedara algo por tocar con la mirada
levanto el verde vacío de los ojos,
y un gusto inocente a naranjas deletrea
el ciego abecedario de mi cuerpo –
creo en las palomas porque cruzan descalzas
el valle indolente de tu cintura –
creo en tus besos, pequeños habitantes
de mi vieja ternura,
creo en la arena donde asumes
puntual, secretamente,
tu soledad de vidrio apuñalado –
de mí, no creas nada,
si alguna vez el verano se asomó a mis dedos
fue porque vos me llenaste la sangre de pájaros –
si alguna vez mi risa te tocó los hombros
fue porque vos me diste una razón para esta viva –
si volvieras ahora,
si en esta noche tan golpeada por los recuerdos,
tu paso, tu distancia, el marrón de tus ojos
regresaran por una de las treguas de mi corazón,
yo solamente
abriría las manos para esperarte
mientras un pájaro se desangra
al borde de la luz –


Katherine Mansfield

El encuentro

Empezamos a hablar -
Nos miramos; dejamos de mirarnos -
Las lágrimas subían de mis ojos
pero no podía llorar
deseaba tomar tu mano
pero mi mano temblaba.
No dejabas de contar los días que faltaban
para nuestro próximo encuentro
pero los dos sentíamos en el corazón
que nos separábamos para siempre.
El tictac del relojito llenaba la habitación en calma -
Escucha, dije, es tan fuerte
como el galope de un caballo solitario.
Así de fuerte - un caballo galopando en la noche.
Mi hiciste callar en tus brazos -
pero el sonido del reloj ahogó el latido de nuestros corazones.
Dijiste "No puedo irme: todo lo que vive de mí
está aquí para siempre"
Después te fuiste.
El mundo cambió.
El ruido del reloj se hizo más débil
se fue perdiendo - se tornó minúsculo-
Susurré en la oscuridad: "Moriré si se detiene".



Ludmila La Manna

Facebook


Mis compañeros de primaria ya no tienen dientes de
alambre

Francisco sigue siendo una cloaca
-y ahora sé que la cloaca es el culo triste de las
gallináceas-

Nicolás vive con su vieja, siete hermanos y un padre
muerto que
-dice- hace crecer los rosales como caníbales cada
invierno

Fermín tiene los viejos desaparecidos
y una hermana
a quien odia
que lleva el nombre de la madre casi muerta

Ana es acompañante en un bar de lujo
Carlos la vio mientras yiraba borracho como todos los
martes

La gente se encuentra en Facebook

Alejandro sonríe en todas las fotos
y dice que tiene pánico

Martín propone vivir un romance preescolar

Juana sale con una mina que la duplica en edad
y se viste de pendeja

Natalia vive en Roma

Dala recorrió el  mundo
y es evidente que adora posar bajo las estatuas

Mi marido volvió a encamarse con su primera novia

Qué suerte que en Facebook la gente se encuentra.




Idea Vilariño

Amor te estoy llamando.

Amor
desde la sombra
desde el dolor
amor
te estoy llamando
desde el pozo asfixiante del recuerdo
sin nada que me sirva ni te espere.
Te estoy llamando
amor
como el destino
como al sueño
a la paz
te estoy llamando
con la voz
con el cuerpo
con la vida
con todo lo que tengo
y que no tengo
con la desesperación
con sed
con llanto
como si fueras aire
y yo me ahogara
como si fueras luz 
y me muriera.
Desde una noche ciega
desde olvido
desde horas cerradas
en lo solo
sin lágrimas ni amor
te estoy llamando
amor
como a la muerte



7 feb 2025

Sbarra: cómo leer literatura o la búsqueda insaciable de fracasos

 Hardcore, existencialista, cursi, violento, siempre marginal.

En un extremo "Plástico cruel", la reversión de "Boquitas pintadas" (por tema y por escritura). Reversión como reescritura, pero también como la evidencia del reverso, de lo que en Puig está sugerido. Se trata de un descenso más en el infierno de lo que la literatura permite o no. No es el primero, pero es un eslabón más en la tarea de tensionar el status quo de una literatura paqueta o, mejor todavía, volviendo paqueta la literatura con los personajes y su lenguaje, sus giros, tonos y pretenciones. Como Puig con "lo popular", cierto costumbrismo y el cine, Sbarra fue reducido a dos tres tópicos: el sexo explícito, el mundo marginal, la desesperada cruzada por fusionar vida y obra. Sin embargo su escritura excede ampliamente ese cliché en el que parece encuadrarse toda literatura dificil de etiquetar.

Sbarra, como todo hito literario, tiene una tradición y, a la vez, prefigura la escritura futura: si Lemebel, Puig o Perlonguer imaginan a Sbarra, este, en sus textos, imagina a Camila Sosa Villada, por citar un ejemplo.

En un extremo, entonces, Plástico Cruel, la narración fragmentaria (una marca de origen de literatura argentina desde el Facundo) apelando a diversidad de discursos y registros de una historia de amor entre un marginal y una chica bien. Pero como en toda sus novelas, Sbarra pone al margen lo que importa: Bombón -poeta y puta-, una travesti entrañable que va escribiendo su diario cuya materia es su intimidad y su forma la poesía. Es, tal vez junto con Aleana, el personaje más potente de la narrativa de Sbarra: por historia, por desarrollo, por lenguaje, por anhelos y frustraciones concentra el mundo marginal al rededor del cual orbitan personajes y acciones. Y aquí lo novedoso: lo marginal, lo que está al margen (Bombón secunda la historia de amor entre Alex, el cerdo y Plástico Cruel) es, en realidad lo único que importa. En Plástico Cruel Bombón queda al márgen, pero es el centro del relato y del género (textual y sexualmente hablando). En la voz y caracter de Bombón, Sbarra prefigura toda una literatura: estilisticamente cursi, como los personajes de Puig, parece salida de Loco Afán de Lemebel y bien podría ser "La (primer) novia de Sandro":

"LUNES: Axel me mira. Yo le sonrió y sigo escribiendo. Estamos en la cocina de mi departamento. Se enamoró de una puta de lujo y eso le da un aire de seguridad. Me exaspera y me estremece. Axel sonríe. Se siente cómodo. Escribo verso inconexos, cualquier cosa. Lo hago solamente para no tirarme al suelo besarle los pies, tan jóvenes y tan sucios. Axel no sabe que su amistad es un elemento imprescindible para mi respiración. Sonríe. Le digo que en la heladera tiene cerveza. Vuelve con la lata de cerveza y se para a mi lado a leer lo que estoy escribiendo. Me paso la lengua por los labios y le miro el bulto. Sé que está leyendo lo que escribo. Entonces pongo en letras mayúsculas: SI NO ME TOCA PRONTO LAS TETAS MORIRE DE AMOR."

Y hablando con Linda Morris, Plástico Cruel, el tortuoso amor de Axel,el cerdo:

"-¿Qué vas a hacer cuando no puedas ganarte la vida de esa manera?

-¿Me ves con una bata reída, chinelas y charlando con las vecinas de una pensión?

-Eso no me aclara nada.

-Cuando mi vida deje de parecer una comedia musical voy a retirarme como una reina.

-¿Te vas a suicidar?

-No. Con mis ahorros voy a inaugurar el primer convento para travestis. Me encerraré a escribir, como la sor Juana, poemas a las pijas de mis amantes.

-Me cuesta entenderte, bueno, en fin somos de distinto sexo.

-No, Linda, no somos de distinto sexo, somos de distinto material."

Bombón encarna, entonces, la concentración de lo marginal y su voz: vital, poética, certera.

Pero este procedimiento de marginalizar el centro, le resulta útil a Sbarra en Aleana y en Marc, la sucia rata. En Aleana, que diluye fronteras entre ficción y ensayo filosofico, con esplendores fotográficos de la cultura tilinga, el centro del relato es Aleana pero queda absolutamente al margen de las triquiñuelas y estafas de propios y extraños. Su hermano, típico piojo resucitado, idealizado por ella y centro de sus relatos, permanece al margen en su accionar: nunca muestra sus cartas. La trama que se va tejiendo está marginada del texto, pero centralizada en la historia: Aleana, centralizada en el texto, habla desde el margen de la historia, aunque este contando la suya.

En Marc, la sucia rata la última escena es la clave: lo que falta, lo que no está, es lo central, lo que impide o habilita la acción. Marc es un poco una parodia de lo marginal, se ha caracterizado a este personaje como alter ego de Sbarra. Puede ser. Sin embargo, el cinismo, el sarcasmo y el tono impostado de su elocuencia arriman, en todo caso, a Marc, a un autoretrato paródico. Es cierto, es un marginal, pero permanece en el centro del relato, como el policía. Y ya sabemos que en Sbarra, lo marginal es un procedimiento más todavía que un tema. Lo que permanece en el margen pero es, en realidad, lo central son los relatos de LOS PRO Y LOS CONTRA DE HACER DEDO. El libro que Marc está escribiendo mientras interactúa con el mundo representado en el policía. En esos relatos se halla la materia marginal del mundo, hacia donde el lector debe dirigir el ojo para ver mejor. Historias, reflexiones, poemas, personajes narrando en primera persona, crónicas, perfiles: un abanico de géneros discursivos en un diversos estilos que pintan la realidad vital de "lo marginal". Esos fragmentos son el centro, irrumpen permanentemente en el diálogo por momentos desquiciado entre el policia y Marc. Como en Plástico Cruel, como en Aleana, la historia es una relación cuyo centro está en el margen.

Este procedimiento se plasma como escritura dentro de la escritura. Aleana escribe su historia, Bombón escribe su diario-poema, Marc escribe su compendio de seres y hechos: toda esa escritura opera desde y en el margen de cada texto. Lo marginal se vuelve estructura, la literatura política, la lectura se desvía. Sbarra descubre y ofrece, más que la reivindicación del reviente (como Puig con la cultura popular), un mecanismo para leer (literatura y lo real) allí forjado. Ser marginal es, ante todo, un leer desviado, una salida de la alienación.

Esto, en un extremo.

En el otro, "Los pterodactilos" como metáfora del amor. Poemas en prosa o prosa poética que proyecta su poesia hacia el terreno de la relación amorosa como eje vital. Hacen serie con este poemario Informe sobre Moscú y Del mal amor. Estos textos nacen, en términos de escritura, del margen de la novelas antes mencionadas: podrían haber sido escritos por Aleana, por Marc o por Bombón. Obsesionado con el amor imposible, la crueldad y lo cursi dan forma a un estilo que sin dejar de ser violento, adquiere colores, sutilezas que lo despegan del hardcore y lo acercan al grunge. Se trata de una violencia melódica, trágica pero pegadiza.

En Los pterodactilos, se torciona la fábula como género en metáfora del desamor, tan fatal como el amor mismo. El vuelo, el vacío, la negación, la esperanza sin razón, la búsqueda de lo que ya no va a encontrarse: asistimos como lectores a la tragedia animal del amor, a la ineludible desesperación del desamor. Como en "Informe sobre Moscú" y "Del mal amor", desgarra leer.

Íntimo, patético, llano: el lenguaje del amor es una descarnada presentación de lo humano. La primera persona en "Informe..." y en "Del mal amor" estalla sus limites: es una narración de ese estallido. Leemos en esos poemas la destrucción del yo diluyéndose en el amor que, a la vez, es lo único que garantiza su existencia. Se ama lo que no está, lo que está lejos, lo que abandona, lo que falta, lo que duele, lo que lacera y lo que distancia.

Ya no somos marginales de la humanidad, los lectores. Leemos lo humano en lo marginal como en Aleana, como en Marc, como en Plástico Cruel pero en otro registro, más introspectivo. Hay un dejo derrotista: la prepotencia de las novelas se transforma en ternura en sus poemas. Metamorfosis que da lugar a una lectura mas certera de lo real, del amor, de las relaciones:

"No.

No conocí el amor.

Solo conocí

el exasperante deseo de que el amor existiese"

Bombón, podría haber escrito esto: la violencia mitigada como exasperación del deseo de amar y ser amado. La reivindicación de lo marginal: lo irritante de amar, lo irritante de ser amado.

En estos poemas Sbarra se recluye (automargina) y desde allí escribe su desamor sin concesiones.

Dirán que se ablanda, que se vuelve cursi y burgués. En estos poemas Sbarra inventa toda una literatura amorosa al revelar modos de amar marginales, no por reventados sino por expulsados. La apropiación de lo cursi y burgués para hablar del sexo homosexual, violento y amoroso a la vez, no es solo una decisión política. Se trata de la reescritura de un lenguaje cuyos significados y sus usos se han cristalizado. Lo que lacera de estos textos es su lenguaje, el modo de nombrar el amor, más que la experiencia amorosa se trata de una experiencia literaria del amor que lejos de descarnar inscribe sobre la carne la lengua amorosa:

"¿Alguien habrá acercado su mejilla a una almohada

usada por mí para recordar el roce

de mi piel?

¿Alguien habrá permanecido despierto hasta la

alta noche para seguir amando con su mirada de egoísmo dormido?

¿Alguien habrá caminado por una calle desierta

 de un país lejano murmurando mi nombre, llamándome?

¿Alguien habrá serenado su corazón apretando

contra su rostro pequeñas ropas mías?

¿Alguien habrá preferido mi muerte antes de

verme en brazos de otra persona?

¿Alguien habrá gozado entrando al baño después

de mi con el vapor y la temperatura

y los perfumes de mi intimidad?

¿Alguien habrá deseado caer en el sueño con mi

sexo anclado en su cuerpo?

¿O solamente yo amé de esa manera?"

Todos los rasgos de la escritura del amor de Sbarra se nuclean en Los pterodactilos como lenguaje, como procedimiento, como tono y como filosofía. Y es en se breve compendio donde se agota su mirada sobre el amor y donde, a la vez, hace posible la literatura amorosa travesti, homosexual, discidente. La búsqueda insaciable del amor:

"Con larval inocencia un pterodáctilo busca a su pterodáctila. Él no sabe nada de la muerte. Sólo sabe planear con ella como dos gigantes remeros del espacio. Sólo sabe que un pterodáctilo y una pterodáctila son un mismo cuerpo. Y ahora a él le falta una parte.

Ella murió una noche en que los cielos eran dorados.Aún está sobre la arena su cadáver fosilizándose, pero él insiste en la búsqueda porque eso no es ella, no es su pterodáctila: le falta el vuelo, la mirada y el olor del amor: Ignora las leyes de la naturaleza, cree en el reencuentro. Si necesita a su pterodáctila tiene que ser porque en algún sitio ella lo espera.Vuela chocando contra todas las salientes de la noche. Va una y otra vez por los lugares que conocieron juntos. Desde la orilla de aquel lago vieron la primera lluvia de estrellas, en ese cráter la tuvo entre sus alas.

Vuelve al cielo. Insiste en la búsqueda. Es una esperanza en vuelo y condenada.Desde lo alto de la noche color magenta se lanza en picada. Solitario y en silencio se desploma en ese fragmento de playa que nunca quiso mirar."

Y en Del mal amor:

"Ando por la casa buscando tus olores como

cuando rastreaba tus engaños.

Busco tus aromas. Durante la primera semana

encontré un par de medias y oreas

ropas que dejaste tiradas. Las huelo. Las beso. Al

principio lo hacia con

vergüenza. Después empecé a hacerlo con naturalidad Ahora lo hago con desesperación.

Las aplasto en mi boca y en mi nariz para extraerles

algo de lo que amé.

Sigo encontrando ropas tuyas, pero ya no huelen

Contienen apenas el recuerdo

del olor.

Con el tiempo, menos el deseo, todo se diluye.

 ¿Por qué no construí una jaula? ¿Por qué no tejí

una red para que dependieras

solo de mí?

Odio las teorías sobre el amor y la libertad. Debería

haberte construido una

sólida jaula. Y llevarte ahí el plato de comida, el

agua y el sexo. Serte imprescindible. Ahora me he quedado sin tus olores Y para colmo

en el prostíbulo de mi corazón

están reclamando aumentos desmesurados."

De un extremo al otro, centralizando lo marginal como lengua, como amor, como literatura Sbarra es, en su vida y en su escritura un imprescindible que nos provee de un modo de leer incómodo no por el tema ni por el idioma sino por la constante necesidad de desvío, como si leer literatura fuera una búsqueda insaciable de fracasos.


5 feb 2025

"Pajaros inconfesables", Pablo Bellido.*

IG Párpados Sicarios

 I

“lo que flota qué es?”

II

La lectura gana en desorden: los poemas se dispersan y en su dispersión evidencian un orden posible, esperable acaso, y un caos de pájaros volando alocados ¿alrededor de qué? Más: esa volatilidad de flor que “se vuelve esquirla” alude a lo fragmentario y, sobre todo, a lo que no fue o no pudo ser dicho: lo inconfesable es un pájaro escurridizo. Toda estructura se derrumba: el orden de los poemas, la diagramación, las secciones xilografiadas, la gramática. Toda pretensión de jaula se vuelve pájaro, Pizarnik grita. En fin: estos poemas son un modo de leer. 

III

La mirada, el ojo, se reitera. Tras los ojos espera una de las formas de lo inconfesable. Ver es guardar lo que no se puede decir y, a la vez, hacer visible las emanaciones del mundo. Lo que huye del mundo, huye del ojo. Lo indecible del mundo vuela, se desprende, se evapora pero en el poema se materializa, se transfigura. No se trata del lugar común de tener pajaritos en la cabeza o de los patos volados. Lo no dicho, lo que no halla palabra en la palabra mundana se metamorfosea en imagen poética: el pájaro es la imagen, lo inconfesable es el poema y sus a(i)lusiones. 

IV

La construcción de imágenes opera en la expectativa de lo visible: lo que se ve no es lo que se espera. Hay un golpe de ojo que exige el poema, un trastocar el punto de vista cuyo efecto es un estar en vilo en cada verso, breve y tenso. Si lo que se ve no es lo que se espera entonces la imagen roza la paradoja, pero no como un escaneo intelectual de las contradicciones de la realidad sino como una máquina que “tiene un solo destino”: proyectar lo disperso que ya no volverá a ser uno. 

V

No la retama, sino su perfume; no la luna, sino su respiración; no el mar, sino su salobre humedad; no los árboles, sino su sombra; no el cuerpo amado, su estatua de sal; no yo, sino mi reflejo líquido en los espejos: todo lo inconfesable se materializa en emanaciones de lo real. La imagen oficia de cuerpo verbal para lo que se disgrega, vaporoso y asume el riesgo de la desaparición. Emanaciones, latidos, “sismos aéreos”, esquirlas, trozos, jirones, efluvios, brumas, estática son la huella poética de la experiencia del mundo. Esa huella inconfesable por íntima o por carente de idioma, por oculta, por diferida y marginada de la percepción común que cobra cuerpo en la traducción poética. 

VI

La escritura es el terreno de la paradoja inconfesable de la percepción, o mejor aún, la escritura es el mundo donde lo inconfesable abandona se forma paradojal y puede, al fin, existir como realidad. Un nacimiento, acaso. Hablamos de la “transfiguración de los puentes posibles”, de la conexión extrañada de la percepción y lo percibido sea esto la memoria, el sexo, el paisaje, el cuerpo, el “yo”: deseos, abandonos, despedidas, fluidos, humedales, colores, luces, aromas, sombras, tormentas, brotan del mundo. La imagen de esta poética aurática se funda en “palabras sin raíces”, desarraigadas del sentido común, desnudas de sentido, sin contenido y, a la vez, en ese desarraigo, incontenibles para poder decir lo que apenas se percibe. 

VII

Las palabras desnudas estallan el sentido, el poema estalla en imágenes: el lenguaje estalla la percepción. Los estallidos son, a su modo, emanaciones que refundan, dan vida: “destrózame en tu lienzo para que nazca”: dispersar para hacer evidente. La lectura (del poema y del mundo) nos reclama atención para percibir lo sutil en riesgo, estar atentos como ante “cosas viejas” que se desenvuelven “sin fe”. Mirar, creer, esperar lo inesperado en el desenvolvimiento del mundo. 

VIII

El amor y la memoria como huellas. La memoria se esparce en el silencio, por debajo, en el vacío. La memoria, como el poema, es la ceniza del silencio: un baldío para “ocupar/incinerar/o sembrar”. En definitiva, es la imagen de la emanación que se percibe de una ausencia, de un abandono, de un derrumbe: polvo, ecos, distancias. El amor es una convocatoria. Un llamado interrogativo al cuerpo amado en ausencia. Un cuerpo que se desbarata, una bandada que rompe su formación sobre su horizonte: “el mito de la pasión”. Ojos, piel, vientre, sangre, corazón, boca: el cuerpo disgregado al que se interroga: “qué tipo de tormenta vas a necesitar conjurar/ para reclamar/ un faro al que no puedes llegar”. Sin unidad, sin norte, esa bandada corporal ya no tiene retorno. La mujer “recortada como una bruma/se disipa”, la materia del amor se transfigura: del amor quedan, como de la retama y del mar, sus efluvios. 

IX

Bruma, vapor, estatua de sal, pájaros inconfesables: todo lo que es, es huella. El cuerpo vuela: en pájaros, en pétalos que bailan. Llama “desde ese aire” inalcanzable sin nada que lo conecte al mundo material. Una sombra “detrás del color”. Todo remite a la huella, a lo que hubo, fue o, aun siendo, fatalmente se disipa. El poema, la imagen del poema, hace resonar las disonancias de ese mundo en expansión que el ojo mundano olvida: los poemas de este libro son la lluvia que “repiquetea sobre las latas vacías/ allá en el patio”. 

X

“lo que flota qué es?”. Lo que flota es la poesía, la poesía de Pablo Bellido.

 


*Pablo Bellido nació en Comodoro Rivadavia. Fue integrante del Grupo «Nueva Poesía a la Calle». Editó el libro «Februario», publicado por Ediciones La Creciente, en 2004. Dice su biografía que «hace presentaciones de su libro en parajes donde no conocen su historia y su prontuario». Publicó, además, "Perruno inalcanzable", en Espacio Hudson.